“Tu vela se apagó mucho antes de que lo hiciera tu leyenda”, así se despidió Elton John de Diana de Gales durante su funeral. La princesa murió a los 36 años en un accidente en París.
La fotografía de un grupo de madres que corren sonrientes y descalzas sobre el césped en plena competencia deportiva es una de las postales más inusuales de la familia real británica. Una de esas mujeres era Diana de Gales, quien ese día, además de ostentar el título de Su Alteza Real, acompañó a sus hijos en el día del Deporte de la Escuela Wetherby en 1991.
Diana Frances Spencer, conocida como Lady Diana, nació el 1 de julio de 1961 y falleció trágicamente el 31 de agosto de 1997. Se convirtió en un ícono mundial tras su matrimonio con el príncipe Carlos de Gales en 1981, con quien tuvo dos hijos: Guillermo y Enrique. Su entrada a la realeza británica a los 20 años la catapultó a la atención global.
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Cuando Diana decidió hablar de su vida
La carrera de madres no fue la primera que la princesa rompió el protocolo y se lanzó a la pista, ya lo había hecho en 1989 y 1990. También se volvió común verla en lugares que la realeza nunca ocupaba al lado de sus hijos, a quienes solía llevar a restaurantes de comida rápida, parques de diversiones y eventos escolares.
A lo largo de su vida, Diana de Gales enfrentó conflictos personales que se hicieron públicos. Habló abiertamente sobre su vida privada y su salud mental, en momentos donde esos temas eran tabú o se trataban con reserva. En 1995, en una entrevista reveladora con Martin Bashir para la BBC, se refirió a su matrimonio y su batalla con la bulimia. Fue ahí donde pronunció la escandalosa frase: “Bueno, éramos tres en este matrimonio, toda una multitud”.
Su vida personal también fue objeto de atención con la publicación del libro Diana: su verdadera historia, para el que ella también ofreció una serie de entrevistas y habló sobre la ruptura de su matrimonio con el ahora Rey Carlos III y sus intentos de suicidio. Los testimonios de su vida personal y su vida como princesa quedaron expuestas en las controvertidas grabaciones de sus sesiones con el actor Peter Settelen.
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La princesa que caminó en un campo de minas
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Diana no solo fue reconocida por su posición real, sino también por su caridad y humanidad. Participó activamente en obras benéficas como la lucha contra el VIH/SIDA. En un gesto público, saludó sin guantes y rodeada de cámaras a un paciente con VIH, para desafiar los prejuicios sobre las personas que vivían con esta condición y derribar el mito sobre el contagio por contacto físico.
El apoyo a los niños desfavorecidos y la eliminación de los campos de minas fueron otra de las causas que apoyó aun cuando se retiró de la familia real. Su compromiso con estas causas resonó especialmente cuando caminó con una mascarilla de plástico y un chaleco de la organización The Halo Trust sobre un campo de minas activo en Huambo, Angola en 1997, llamando la atención del mundo sobre este problema y el peligro que representaba para las personas.
Su figura como activista apareció al lado de personajes como la madre Teresa de Calcuta y Nelson Mandela. Al día siguiente de su divorcio, renunció a más de cien organizaciones benéficas al desprenderse de su título de realeza, aunque mantuvo su apoyo a seis, incluyendo Centrepoint y el Hospital Royal Marsden. Su hijo Enrique volvió a los campos de minas para repetir el recorrido que hizo su madre.
Diana de Gales, la princesa del pueblo
Diana de Gales y su pareja en ese entonces, Dodi al Fayed, estuvieron involucrados en un trágico accidente a las 00:23 del 31 de agosto de 1997, en el túnel de un puente al margen del río Sena. La princesa falleció horas después, a las 4:05 de la mañana, en el hospital Pitié-Salpêtrière. La noticia de su muerte conmocionó al mundo y a los ingleses, quienes llevaron rosas y flores hasta convertir las afueras del palacio en un tapete interminable de pétalos y mensajes de despedida.
Tras su trágica muerte en París, el 6 de septiembre de 1997, fue honrada con un funeral público que atrajo a millones de personas en las calles de Londres y a una audiencia televisiva global. Fue recordada por su cercanía con la gente y su capacidad para conectar con los menos privilegiados, ganándose el título póstumo de «princesa del pueblo», otorgado por el entonces Primer Ministro británico Tony Blair.
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