Fidias tenía alrededor de 40 años cuando se le encomendó la tarea más importante de su vida: esculpir la escena que coronaría el Partenón de Atenas. Como uno de los templos más venerados en toda Grecia, las esculturas del Partenón deberían de representar una escena bélica de victoria, que cristalizara la gloria de los dioses y la perfección el cuerpo humano. Con esa idea en mente, esto fue lo que creó hace 2 mil 400 años.
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Esculpir la escena en el friso del Partenón de Atenas no era cualquier cosa. Por el contrario, representaba literalmente una tarea titánica para quien emprendiera el proyecto. Más que nada, por las dimensiones monumentales que el templo tenía —y, en consecuencia, que las esculturas deberían tener para realmente ser vistas.
En la arquitectura de la Grecia Clásica, el friso corresponde al triángulo que típicamente corona los templos. Ahí, los arquitectos griegos colocaban escenas representativas de batallas entre dioses, que aludían a las victorias que ellos mismos habían tenido sobre otros pueblos. Por ello, quienes se dedicaran a la arquitectura no eran simples ingenieros: se les consideraba artistas, que habrían de vestir las ciudades y espacios sagrados del imperio.
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Para la década el año 430 a.C., el escultor Fidias fue elegido como el ‘artista líder’ en la construcción del Partenón de Atenas. Bajo su liderazgo, se llevarían a cabo todas las obras relacionados al templo, dedicado a la patrona de la capital griega: Atenea, diosa de la sabiduría y la virtud.
«[Fidias fue] quien creó sus imágenes religiosas más importantes y supervisó y probablemente diseñó su decoración escultórica general», documenta Britannica.
Los mandatarios griegos lo eligieron porque, en la Antigüedad, se decía que «sólo él había visto la imagen exacta de los dioses y que se la reveló al hombre«. Por ello, las esculturas del Partenón establecieron para siempre las concepciones generales de cómo era Zeus y Atenea, como un referente universal en la Grecia Clásica.
Así, el artista tomó bloques de mármol blanco monumentales y esculpió cada una de las figuras en la composición. Todas, además, en tamaño real. No se podía esperar menos: finalmente, los feligreses que visitaran el templo tenían que verlas desde abajo, a pie de calle.
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Las esculturas del Partenón de Atenas quedaron instaladas en el friso del templo entre los años 447 d.C. y 432 d.C. Durante milenios, fueron el referente de belleza, armonía y virtud para las representaciones religiosas griegas. En honor a Atenea, Fidias decidió representar la Fiesta Panatenea: la escena del cumpleaños de la diosa.
En algunos de los metopas en el templo —paneles esculpidos en relieve— se muestran batallas dramáticas entre centauros y otras bestias mitológicas del panteón griego. Todas estas obras de arte fueron trasladadas a las Galerías del Museo Británico, que guarda en su acervo los siguientes elementos:
De acuerdo con la institución, este resguardo es consecuencia de un complejo proceso histórico al que se ha sometido al Partenón de Atenas. Así como ha sucedido con otros recintos religiosos, el templo ha cambiado de función según los intereses políticos de la élite en el poder.
«Ha sido un templo, una iglesia, una mezquita y ahora es un sitio arqueológico», documenta el Museo Británico. Con estos cambios de intención, la estructura original ha sido severamente dañada. Más aún después de una explosión en el siglo XV, mientras que «se usaba como un almacén de municiones«.
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La controversia sobre por qué los restos de las esculturas del Partenón no están en Grecia, su país de origen, data de décadas atrás. Hacia finales de los 80, en el siglo XX, el gobierno griego solicitó formalmente la devolución definitiva de éstas y otras obras clásicas, que han permanecido en el resguardo del Museo Británico hasta el momento.
A la institución no le interesa desprenderse de uno de sus tesoros más icónicos —y más taquilleros— así de fácil. Por el contrario, según argumentan en su portal oficial, el friso y otros elementos fueron removidos «para dar cabida a una mayor exploración arqueológica y devolver el sitio a un estado que refleje el pasado ‘clásico’ idealizado de Grecia».
De hecho, en el mismo sitio, se asegura que no existen conversaciones corrientes con Grecia sobre la devolución de las piezas. Art News, sin embargo, tiene otros datos: recientemente se filtró información sobre que el gobierno griego persigue aún la repatriación de sus bienes patrimoniales, que le pertenecen legítimamente.
Y lo que es más: el medio asegura que «el retorno permanente de las esculturas de 2 mil 500 años de antigüedad era ‘posible’«. Por su parte, al Museo Británico le preocupa que, al volver a su país de origen, no se le pueda dar el mantenimiento adecuado a las piezas. Mientras tanto, las esculturas del Partenón se encuentran a más de 2 mil 300 kilómetros del lugar donde Fidias quería festejar el nacimiento de Atenea.
Las conversaciones sobre el destino del friso, aparentemente, continúan.
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