Con al menos 2 mil 200 piezas de piedras preciosas, las armaduras de jade en China cumplían fines ceremoniales y utilitarios para conservar los restos de los soldados caídos.
El jade fascinó a los orfebres de China durante dinastías. Incluso desde el periodo Neolítico, los artesanos chinos ya sabían manejar la piedra con detalle minucioso. Se tiene registro de que ésta fue la primera cultura que dominó su uso en todo Asia, con artículos manufacturados hacia el año 3,300 a.C. Cada una contaba con, al menos, 2 mil 200 piezas pequeñas de piedras preciosas.
Una de las piezas más enigmáticas que se desarrolló en aquel entonces fueron las armaduras de jade, con la que se enterraba a guerreros caídos en China. Con más de 6 mil años de antigüedad, estas piezas se han encontrado a lo largo del río Yangtze. Con la maestría artesanal de la cultura Liangzhu, se diseñaron cientos de trajes mortuorios con fines ceremoniales y utilitarios. Esto es lo que sabemos al respecto.
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Para proteger el alma y el cuerpo
No cualquiera podría ser enterrado con una armadura de jade en China. Por el contrario, estas corazas verdes estaban diseñadas para políticos del más alto nivel, así como para generales de élite en la antigüedad. Si bien los artesanos de la cultura Liangzhu (3300-2300 a. C.) fueron los primeros en construir estos trajes mortuorios, documenta Heritage Daily, la práctica se extendió a lo largo de todo el país.
Desde el Delta del Yangtze hasta Mongolia, las armaduras de jade se convirtieron en una pieza central de los rituales funerarios de las culturas en China. Además del traje mortuorio, con miles de piezas de jade cocidas entre sí, se han encontrado figurillas de dragones y otros seres de protección en las tumbas de príncipes y emperadores.
La piedra cumplía una doble función, dicen los arqueólogos. En primer lugar, preservar el cuerpo de la persona, y garantizar que se conservara en buenas condiciones durante mucho tiempo. Las propiedades de durabilidad y dureza del jade tenían esa garantía, descubrieron los artesanos chinos.
Sin embargo, el jade no sólo servía para el cuidado de los restos. Por el contrario, los chinos pensaban que los colores sutiles y traslúcidos de la piedra también estaban asociadas con cualidades protectoras para la esencia de la persona. A algunos cuerpos, incluso, se les daba un tratamiento especial, en el que se mezclaba jade pulverizado con rocío.
No es casualidad que la armadura del emperador Wu de Han (157 a. C. -87 a. C.) tuviera inscritas las palabras «Larga vida a el Señor de los Hombres”. A él, como a otros dirigentes icónicos de China, se le aplicó este procedimiento al morir. Su armadura de jade es una de las más vistosas que se conservan hasta la actualidad.
Hilos de oro, plata y cobre
De acuerdo al género y rango de las personas enterradas, las piezas de jade en las armaduras mortuorias se engarzaban con hilos diferentes. Todos de metales preciosos, como el oro (para emperadores), plata (para principies) o cobre (para miembros femeninos de la realeza china). Para los aristócratas de menor nivel, se tenía considerado el hilo de seda.
Uno de los mejores ejemplos, documenta el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México, es la mortaja del príncipe Liu Sheng. En ella, se aprecian claramente los motivos de protección típicos para gobernantes de alto mando:
«Esta mortaja con forma de armadura fue concebida como protección contra los espíritus malignos y la descomposición del cuerpo», explica la institución. «Se compone de doce secciones hechas con 2 mil 498 placas de jade unidas con hilo de oro.»
En algunas de las plaquitas de jade, los artesanos chinos grabaron «motivos de dragones y felinos, símbolos del cielo, la vida, el agua y el fuego«, según el acervo del INAH, en donde se conserva una réplica de la armadura. Éste es uno de los poquísimos ejemplares que se han encontrado completos. Los demás, incluso, se sospechó por décadas que sólo eran leyendas.
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