Templos, mansiones y ciudades enteras del Imperio Romano fueron construidos con el solsticio de invierno como referencia. Ésta es la razón.
El templo de Apolo, edificios públicos de litigio y otras construcciones en Roma tienen un factor en común: todos fueron construidos en el Imperio Romano con el solsticio de invierno como referencia. No es ninguna casualidad. Por el contrario, en la época del emperador Augusto, ésta fue una constante en los planos arquitectónicos para construcciones importantes, según un equipo de arqueólogos españoles.
De acuerdo con los investigadores del Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit – CSIC), la Universidad de Santiago de Compostela y la Universidad de Oviedo, el solsticio de invierno fue un marcador cultural en el Imperio Romano. Esto es así, según los científicos, porque coincidía con el culto a Saturno, el dios romano del tiempo, la agricultura y la cosecha.
No es la primera vez que se estudia la relación del solsticio de invierno con la arquitectura pública del Imperio Romano. Por el contrario, ya se sabía que en el tiempo de Augusto, este fenómeno astronómico se relacionaba a «conexiones celestes y solares«, explican los autores en un comunicado. Especialmente, durante las fiestas saturnales.
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Un mismo punto en el cielo
«¡Io, Saturnalia!» era el grito de euforia que acompañaba a los romanos el 24 de diciembre, cuando festejaban una de las fiestas más importantes del año. Las Saturnales eran catárticas: apuestas en público, banquetes frondosos, cantos en la calle, carreras de carruajes, cuerpos desnudos desperdigados por el suelo. Esas eran algunas de las actividades que se acostumbraban durante los últimos días del año durante el esplendor del Imperio Romano.
Además de ser un día sagrado, también era un día festivo. Los sacerdotes de la época decían comúnmente que, durante las festividades en honor a Saturno, “todo lo que es serio está prohibido”. Por esta razón, los romanos utilizaban simbólicamente el píleo: un sombrero que utilizaban los esclavos el día que ganaban su libertad.
“Nuestro trabajo ha constatado la elección del solsticio de invierno como una fecha relevante del calendario astronómico y religioso romano, dotada de una significación cultural vinculada con los ciclos de renovación de la naturaleza y de la ciudad de Roma”, explica David Espinosa, coautor del estudio en la Universidad Complutense de Madrid.
Con todo lo anterior, resulta natural que ciudades enteras del Imperio Romana se construyeran orientadas al solsticio de invierno. Los investigadores comprobaron que algunos de los edificios y monumentos públicos en la capital, Roma, «están orientados hacia el amanecer o el atardecer del solsticio de invierno«, según explican para Environmental Archaeology.
Todos, bajo un mismo punto en el cielo.
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Con la cara al Sol
El hecho de que ciudades romanas enteras estuvieran planeadas en función del solsticio de invierno revela una cercanía sagrada con el cielo y sus fenómenos naturales. Específicamente, en relación al dios del tiempo y la agricultura: los romanos creían que, si sus estructuras sociales estaban alineadas con las estrellas, Saturno podría traerles buena fortuna y éxito en las cosechas.
De la misma manera, muchas de las estructuras públicas que tomaron en cuenta para el estudio dan la cara al Sol. Los investigadores atribuyen esta decisión a que se buscó la simpatía de Apolo, el dios solar, la belleza y la armonía. Estos cálculos fueron replicados por los científicos, que confirmaron la alineación de estas edificaciones con el nacimiento del sol invernal.
Augusto emprendió este proyecto porque quería que se le recordara como ‘el nuevo fundador’ de Roma, explican los autores españoles. Más que nada, sugiere el estudio, porque quería establecerse como el emperador legítimo ante los dominios de oriente.
Por ello, el solsticio de invierno en el Imperio Romano arroja luz sobre la cosmovisión romana en aquella época. Visto de otra manera, es un «marcador cultural que atraviesa la historia de la antigua Roma«, concluyen los autores.
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