Sucedió en la Necrópolis de Asasif, una de las más ricas y extensas del Alto Egipto. Un equipo de arqueólogos polacos encontró una serie de cabezas de cocodrilos enterradas en unas tumbas egipcias que, según los restos encontrados, pertenecieron a nobles de la era faraónica. Lo más probable es que fueran ofrendas a dios Sobek, representado en forma de lagarto en la antigüedad.
Al excavar el sitio, los investigadores del Centro de Arqueología Mediterránea de la Universidad de Varsovia encontraron quijadas y cabezas completas de estos reptiles a un lado de los entierros. Lo más sorprendente es que se encontraron «justo al oeste de la calzada que conduce al Templo Mortuorio de Hatshepsut», documenta Heritage Daily. Esto es lo que sabemos.
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Los trabajos de investigación comenzaron en 2013. Después de casi una década de excavar el sitio, se determinó que una de las tumbas encontradas perteneció a ‘Cheti’, un antiguo gobernante egipcio cuyo mandato se desarrolló durante los años 2055-2002 a.C. Aunque el segundo entierro sigue siendo anónimo, se asume que pertenece a algún siervo de la realeza egipcia.
Con respecto al hallazgo de restos de cocodrilos en las tumbas egipcias, los arqueólogos piensan que fueron sacrificios mortuorios. Según la tradición sagrada egipcia, Sobek fue el creador del Nilo. Por ello, se le representaba con cabeza de cocodrilo y se le asociaba a la fertilidad. Sin embargo, así como sucede con los reptiles en el río, también podría traer caos a la humanidad si enfurecía:
«Sobek fue una de las deidades más antiguas nombradas en los Textos de las Pirámides, los textos inscritos en las paredes de las tumbas», documenta el Rosicrucian Egyptian Museum, no involucrado en la investigación.
En total, se encontraron los restos de 9 cocodrilos diferentes, envueltos en túnicas. Sin embargo, no fueron sometidos a un proceso de momificación, como sucedía con los gatos y otros animales que se consideraban sagrados. A partir de los huesos, los investigadores determinaron que eran miembros de la especie Crocodylus niloticus, una de las más grandes en los ríos africanos.
Aunque los restos estaban deteriorados, arrojan luz sobre el culto a Sobek que se guardaba en hace 4 mil años en Egipto. En algunas ocasiones, se le hacían ofrendas con motivos de fertilidad. En otras, como parece ser el caso, para que las personas conservaran su proeza militar en el otro mundo.
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