Yuri Knórozov es recordado no solo por haber descifrado la escritura maya, sino también por ser un enamorado de la ciencia, la historia y de su gata siamés, Asya. En sus obras e investigaciones, el científico soviético incluía a su mascota como coautora. Sin embargo, los editores a cargo de las publicaciones decidían excluir el nombre de Asya.
Hoy en día, a pesar del intento de los editores por eliminar la presencia de Asya en los trabajos de Knórozov, la imagen del investigador de origen ruso no puede se separada de su mascota.
Ahora, aunque Yuri falleció en 1999, la historia lo recuerda como una pieza fundamental para comprender la escritura y la cultura maya. Acompañado por Asya, dedicó gran parte de sus esfuerzos para estudiar los jeroglíficos prehispánicos ubicados en el sur de México, Guatemala y Honduras.
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Antes de los avances de Knórozov para comprender la escritura maya, otros investigadores como el inglés John Eric S. Thompson, insinuaron que los jeroglíficos no eran parte de un sistema fonético. Sin embargo, Yuri se comprometió a demostrar lo contrario.
De acuerdo con una publicación en la Revista de la Universidad de México de la UNAM, Knórozov estudió los jeroglíficos bajo una perspectiva linguística, no arqueológica. Así, exclusivamente con libros y documentos, propuso en 1952 que la escritura maya estaba construida con un silabario y no un logograma.
«La genialidad radica en la posibilidad de observar la realidad desde una óptica distinta a la de la gente común. Knórozov era un erudito con destellos de genialidad y logró interpretar lo que siglos antes había escrito fray Diego de Landa…», menciona la publicación.
En noviembre del 2022, la Secretaría de Cultura de México y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, organizaron un simposio para conmemorar los 100 años del nacimiento de Yuri y sus aportes al conocimiento de la cultura maya.
En ella, el director del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, Roberto Romero Sandoval, relató que: «hacia finales de la Segunda Guerra Mundial, durante el avance del Ejército Rojo sobre Berlín, Knórozov rescató entre las llamas de la Biblioteca Nacional, el libro Códices mayas».
Yuri pudo conocer México hasta 1992, pues mientras investigaba la escritura maya, la Guerra Fría en Rusia se lo había impedido. Siete años después de su visita, falleció y ahora, su trabajo (y el de Asya) son recordados por ser parte importante de la conciencia histórica sobre la cultura maya.
Este texto fue escrito por Iñaki Arriola, periodista mexicano interesado en la cultura urbana, el arte y su convivencia con la naturaleza. Colabora como redactor en National Geographic en Español.
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