Las labores restaurativas en el arte suelen recuperar cualidades en piezas que se habían deteriorado o perdido por distintas circunstancias. La reciente restauración por National Trust de La muerte del cardenal Beaufort (1789) supuso un llamativo descubrimiento para su obra y particular estilo.
La pintura de Joshua Reynolds reveló un demonio que por mucho tiempo permaneció oculto por no ser considerado apropiado. El estilo del pintor es caracterizado por la idealización de lo imperfecto y solía pintar en sus cuadros detalles que rompían con lo establecido por las corrientes artísticas del siglo XVII.
«En la literatura se consideraba aceptable introducir la idea de un demonio, pero incluirlo visualmente en una pintura le daba una forma demasiado física. Los registros de conversaciones con el artista muestran que este se resistió a tales intentos de alterar la obra», menciona John Chu en el comunicado de National Trust.
La pintura retrata al cardenal Beaufort en su lecho de muerte acompañado por dos lores y el rey Enrique VI. Justo detrás del cardenal, en una zona oscura y cubierto por muchas capas de pintura, se escondía el rostro de un inquietante demonio con dos grandes colmillos.
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Muchos de los trabajos de Reynolds eran por encargo y La muerte del cardenal Beaufort no es una excepción. La Galería Shakespeare en el Pall Mall de Londres pagó por ella para incluir en su acervo una pintura que retratara una escena de la segunda parte de Enrique VI, una novela del histórico escritor británico.
En dicha escena el rey Enrique VI presencia los últimos momentos del cardenal Beaufort, su tío abuelo. Mientras da sus últimos respiros, el rey le implora a Dios que le conceda a Beaufort una muerte tranquila diciendo: “¡Oh! Derrota al demonio entrometido y ocupado”.
Además de pagar por la pintura, la Galería Shakespeare la reprodujo en grabados para venderlos y exportarlos. En ellos, el demonio detrás del cardenal apareció solo en el primer tiraje, pues después también fue censurado.
Reynolds tuvo una carrera artística prolongada y La muerte del cardenal Beaufort fue una de sus últimas piezas. La pintó solo tres años antes de morir y por fin, después de siglos, la enteridad de la pintura es visible para todos gracias a los trabajos restaurativos de National Trust.
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