Los mexicas fueron una de las civilizaciones más importantes de Mesoamérica. Dedicaban sus batallas a su dios patrono de la guerra: Huitzilopochtli.
La cultura mexica es conocida por sus grandes enfrentamientos bélicos con los pueblos que rodeaban sus tierras. Por eso, su mitología en torno a la guerra es vasta y compleja; colibríes, sacrificios, tributos e invasiones integran la cosmovisión de esta civilización. Huitzilopochtli, deidad patrona de este pueblo guerrero, tiene gran presencia en los ritos mexicas; su nombre significa ‘colibrí de la izquierda‘ porque para esta cultura los guerreros zurdos son los mejores guerreros. Aquí te contamos el mito del nacimiento de este dios y por qué era importante para los ellos.
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El registro del mito
Fray Bernardino de Sahagún escribió el Códice Florentino entre 1540 y 1585. Los textos del Códice fueron posteriormente transcritos y publicados en un libro: Historia General de las Cosas de Nueva España. En esta obra, Sahagún compila enciclopédicamente todo lo visto y escuchado durante su larga estancia en América. El escrito reúne el testimonio oral de decenas de personas que dieron cuenta de su antigua cultura. Entre las narraciones se encuentra el mito sobre el nacimiento de Huitzilopochtli.
El nacimiento de Huitzilopochtli
La narración mexica cuenta cómo Coatlicue, la deidad de la tierra, quedó inesperadamente encinta. Sus 400 hijos y su única hija, Coyolxauhqui, planearon asesinarla al enterarse de su embarazo; Coatlicue huyó a un monte para refugiarse. Ahí dio a luz a Huitzilopochtli, quien nació completamente adulto y con las armas de un guerrero. Cuando sus hermanos y hermana llegaron, Huitzilopochtli se enfrentó a ellos para defender a su madre. Tras derrotarlos, convirtió a Coyolxauhqui en la luna y a sus hermanos en estrellas.
Esta narración mitológica da explicación a la existencia del día y de la noche, pues cada que el sol se levanta en el horizonte, vence a las fuerzas nocturnas: la luna y las estrellas.
El dios patrono
La importancia de Huitzilopochtli como deidad patrona de la guerra radica en la dependencia de la cultura mexica en las fuerzas armadas. Tenochtitlan se mantenía a partir de un sistema tributario, pues los pueblos conquistados eran obligados a entregar contribuciones en especie.
Como deidad patrona de los mexicas, Huitzilopochtli también exigía sacrificios de diversos tipos. Entre ellos, el sacrificio humano que garantizaba que el sol volviera a salir después de cada noche. Las personas que se ofrecían al dios eran, en su mayoría, los guerreros enemigos que habían sido capturados durante las batallas.
Cuando llegaron los españoles, pudieron ver dos adoratorios en la cima del edificio principal del Templo Mayor de Tenochtitlan. El primero estaba dedicado a Tláloc, la deidad encargada de la lluvia y la agricultura, y el segundo a Huitzilopochtli. Es probable que estas capillas fueran de las primeras cosas en ser erradicadas de la ciudad durante la conquista para así promover la evangelización. Sin embargo, Huitzilopochtli y quienes lo adoraban sobreviven en la evidencia histórica y arqueológica que aún tiene mucho por revelarnos.
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