Mucho se dice acerca del incesto en el antiguo Egipto, pero, ¿realmente era una práctica común entre los miembros de esa civilización?
El antiguo Egipto es uno de los referentes más enigmáticos de las civilizaciones humanas. Su cultura era famosa en artes y ciencias, pero también en tecnología y religión. Con respecto a lo último, este milenario grupo tenía una de las cosmovisiones que más han llamado la atención de especialistas de todo el mundo que continúan tratando de entender cómo funcionaba esa sociedad. Aún hay muchas preguntas, pues los historiadores, antropólogos y arqueólogos siguen encontrando piezas de este “rompecabezas”. Una de las cuestiones que mayor curiosidad despierta, junto al cómo fueron construidas las pirámides, es lo referente al incesto en el antiguo Egipto.
La verdad sobre el incesto en el antiguo Egipto
En primer lugar, es necesario dejar en claro que el matrimonio ocupaba un lugar de gran importancia entre los egipcios. Para ellos, esa unión era una especie de “estado ideal del sujeto”. Ello no era excepción entre la familia real, la cual veía en este paso una forma se perpetuar su linaje.
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La clase más alta de la antigua sociedad egipcia no solo encontraba la importancia del matrimonio con relación a lo anterior: para los miembros de la realeza, era indispensable asegurar que su familia reafirmara su naturaleza divina y, bajo esta idea, el incesto era la opción.
Bassam al-Shamaa, un estudioso del antiguo Egipto, mencionó, a Egypt Today, que en aquella sociedad la gente común no llevaba a cabo el incesto, de modo que sería erróneo aseverar lo contrario. Sin embargo, sostiene el investigador, dicha forma de unión era un tanto frecuente entre la clase dominante. Cuando esto ocurría, generalmente, se daba entre el rey y su hermana o, en su defecto, con alguna hija u otro pariente.
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Esto se apoyaba en la creencia de que los reyes eran parte de un linaje divino y, para los egipcios, era normal concebir que los dioses se juntaran con sus hermanos. Pero es importante reiterar que esta costumbre no parecía estar muy extendida en el resto de la población.
Incluso, más allá de lo dicho, la realeza buscaba reproducir el comportamiento de las divinidades para reforzar su vínculo con ellas y seguir encumbrándose ante las personas que no pertenecían a esta clase.
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