Las islas del Caribe han albergado poblaciones de distintas comunidades por más de 7 mil años. Desde el año 8,000 a.C., los grupos migratorios de América Central y América del Sur han viajado a las islas caribeñas para establecerse. Las personas terminaban por asentarse en Las Bahamas, las Islas Turcas y Caicos, los que hoy conocemos como Las Lucayas. Su nombre es una abreviación de la fase en arahuaco lukku kairi que puede traducirse como “la gente de las islas”.
Reconstruir las rutas de comercio y migración que dichas personas transitaban ha sido una labor complicada para los investigadores. Sin embargo, especialistas del Museo de Historia Natural de Florida recurrieron a la cerámica para reconstruir las rutas de navegación de las personas que habitaron el Caribe aproximadamente entre el año 700 y el 1,200 d.C. como parte de un estudio publicado por el Journal of Archaeological Science.
Esta investigación es la primera que analiza pedacería de cerámica de las Islas Lucayas para determinar su composición elemental y origen, lo cual es sumamente significativo para construir conocimiento sobre las poblaciones que habitaron las islas del Caribe siglos atrás y su relación mercantil con islas más grandes como La Española y Cuba.
“Nuestros métodos marcan una mejora significativa en comparación con otros estudios que sólo observan un sitio o isla, donde podrían encontrar diferencias pero no saber qué significan porque están viendo los resultados aislados.” dijo una de las autoras, Lindsay Bloch, miembro del laboratorio de cerámica del Museo de Florida.
Las poblaciones migrantes establecieron una red de intercambio de comida, herramientas y joyería que transportaban en vasijas de cerámica, las cuales fueron el artefacto más duradero al día de hoy.
“La mayoría de los materiales no se preservan bien en el Caribe por el calor y la humedad del ambiente pero la cerámica es resistente, así que termina siendo una de las cosas que más solemos encontrar.” menciona Emily Kracht, coautora de la investigación.
El equipo del estudio concluyó que las comunidades tenían una “carretera acuática” que conectaba a las islas y sus poblaciones. “Estas comunidades nunca estuvieron realmente aisladas, compartían cultura material, mitología y ancestros a lo largo del Caribe insular.”
“Sabíamos que los laucayas estaban emparentados con las personas de La Española y este estudio nos muestra su duradera relación a través de cientos de años de cerámica,” menciona Kracht.
Localizadas al norte de las Antillas Mayores, las Lucayas siempre fueron parte de la red de interacción de este conjunto de islas. Sabemos que parte de la mercancía involucraba algodón, comida, oro y cerámica pero el grado de contacto sigue sin ser claro.
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