De los 250 tripulantes que emprendieron el viaje, solo 18 completaron la histórica hazaña de dar la vuelta al mundo por primera vez.
Hace poco más de 500 años, el 20 de septiembre de 1519, la expedición Magallanes-Elcano, conformada por cinco naves y 250 tripulantes, comenzó una travesía que duró tres años. El punto de partida fue el puerto de Sanlúcar de Barrameda, en el sur de España. Solo 18 personas sobrevivieron al viaje.
Al mando de la flota que marcó este hito iba Fernando de Magallanes, un navegante veterano nacido en Portugal. A pesar de tener este origen, él hacía sus exploraciones en nombre de España. No gozaba de la mejor aceptación entre los tripulantes y no estuvo entre el escaso grupo de sobrevivientes.
Un sueño sin esperanzas
Cuando el viaje de Magallanes fijó su ambicioso objetivo, los contemporáneos no creían en la capacidad humana para dar una vuelta al mundo. En aquellos tiempos, además de los retos que ponía una naturaleza impredecible, la creencia de enormes y peligrosas criaturas marinas estaba en plena vigencia.
El viaje no empezó con la intención de dar la primera vuelta al mundo, eso vino después. En un principio la idea era llegar a las Islas de las Especias, en Indonesia. De hecho, la misma misión tenía Cristóbal Colón cuando se encontró con el continente americano.
Sin embargo Magallanes tenía un gran apetito de aventura que desde su juventud lo llevó a una serie de viajes portugueses destinados a descubrir y apoderarse de las lucrativas rutas de las especias en África y la India.
Hay que añadir también al contexto que en ese tiempo España y Portugal protagonizaban una carrera por encontrar nuevos territorios para colonizar y abastecerse de las codiciadas especias que exigía la aristocracia europea.
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Magallanes, que creía que navegando hacia el oeste podría trazar una nueva ruta hacia Indonesia, no recibió el apoyo de su país. Sin más, el navegante entregó su lealtad a España y obtuvo la bendición de Carlos V para dar inicio a su proyecto.
A cambio de los riesgos tomados, a Magallanes se le había prometido riqueza, estatus y el monopolio, por diez años, de cualquier ruta que descubriera.
Cambio de ruta y de mando
El origen portugués de Magallanes fue un factor que no simpatizó a la tripulación española. Según The Conversation, las envidias, conspiraciones, y luego los amotinamientos, se sumaron a las dificultades de una misión ya de por sí difícil.
Para diciembre de 1519, los exploradores habían llegado a la actual bahía de Río de Janeiro. Mientras que el grupo estuvo en Sudamérica, la frustración empezó a erigirse, pues no podían encontrar un pasaje al prometido oeste.
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Poco a poco las complicaciones se iban sumando. Los alimentos que llevaron no fueron suficientes para atender las necesidades de un viaje que se prolongó. Aparte de ello, los cambios estacionales afectaron mortalmente a muchos miembros de la tripulación. Pero, quienes continuaron con vida hallaron el paso al oeste al otro lado de América del Sur.
Después de superar esto, otro problema vino de parte de cálculos erróneos y mapas equivocados. Esto prolongo 100 días más el tormento de los hombres que ya padecían de hambre y escorbuto.
Magallanes quedó sorprendido por el tamaño del Pacífico, océano que él bautizó. Frente a la situación, el descubrimiento de varías islas asiáticas tomó lugar. En algunas de ellas el navegante buscó involucrarse en la política local. Dicha decisión lo llevó a su muerte, ya que lo conflictos bélicos de esos pueblos pusieron fin a su vida.
Debido a la pérdida de mando, Juan Sebastián de Elcano ascendió al lugar de Magallanes y logró completar el viaje hasta el añorado destino del portugués.
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