Dedicados a la producción lapidaria, estos miembros de la clase alta vivieron en La Ventilla, un espacio ceremonial con templos y altares vistosos.
Sucedió alrededor del mismo tiempo en el que los teotihuacanos empezaron a construir sus más grandes monumentos. Mientras los sacerdotes y arquitectos se enfocaban en la planeación de la Pirámide del Sol y la Luna, una población de productores de lápidas se asentó en La Ventilla, un conjunto residencial aledaño a la Ciudad de los Dioses, al centro del actual México.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) del país excavó el lugar para conocer más sobre esta población, que estuvo activa hace 1,600 años. En conjunto con el Proyecto ‘La Ventilla’, el sitio cuenta con más de 3 décadas de investigación. Por lo cual, es «el de mayor duración en la historia de las exploraciones en esta zona arqueológica«, declara el INAH en un comunicado.
Julie Gazzola, directora del proyecto, quiso investigar los primeros asentamientos en Teotihuacan. Con esta intención, unió esfuerzos con Sergio Gómez Chávez (cocoordinador de los estudios en ese lugar) para explorar el conjunto residencial de «La Ventilla», conocido así por las rancherías aledañas que existen actualmente en el sitio. Esto fue lo que encontraron.
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Un espacio ritual cuidadosamente adornado
Fue así como, en 2021, empezaron las excavaciones en la zona 3B. Los arqueólogos investigaron tres unidades arquitectónicas, construidas en la antigüedad en torno a un altar. Entre los principales hallazgos, destacan templos y espacios porticados, «con excelentes acabados y pintura mural«, según los describen los especialistas.
No sólo eso: parece ser que esta zona residencial era de élite. La evidencia sugiere que, hace 1,600 años, los pobladores de La Ventanilla pertenecían a una clase acaudalada en Teotihuacan. Parece ser que alcanzaron su auge hacia la fase Xolalpan Tardío (400-500 d.C.).
A partir de los restos de esculturas en piedra verde, los investigadores sugieren que podrían haberse dedicado a la producción lapidaria. Con respecto a qué se dedicaban, la directora explicó lo siguiente en una rueda de prensa:
“Es posible suponer que cada unidad cuenta con áreas para la práctica de actividades rituales y, al menos, una que tiene tres templos habría sido ocupada por los individuos de mayor estatus social dentro del conjunto”.
Además de las estructuras ceremoniales, se encontraron enteros de hombres y mujeres, en un rango de edad variado. A partir del recubrimiento ritual que tienen los esqueletos, los investigadores confirmaron que pertenecen a miembros de la élite. Una de las tumbas es de una mujer, a quien inhumaron con 900 objetos funerarios. Entre ellos, más de 790 figurillas de arcilla.
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