Las heces de los pobladores antiguos de Stonehenge revelan que su dieta invernal no era la más sana. Por el contrario, comían carne rebosante en parásitos.
Concentrar todas sus energías en construir un calendario solar no fue impedimento para que los antiguos pobladores de Stonehenge comieran carne echada a perder. Según revelan las heces encontradas en el sitio, ubicado en Salisbury Plain, al sur de Inglaterra, los animales que cazaron para alimentarse rebosaban en parásitos, huevecillos y gusanos.
Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, estudió los coprolitos encontrados en el sitio. Éste es el nombre técnico para denominar a las heces fosilizadas. En general, pueden ser de todo tipo de animales. Sin embargo, en el caso de Stonehenge, el análisis genético que se realizó en los restos reveló que son de seres humanos del periodo Neolítico.
Esto fue lo que encontraron.
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Una dieta no muy sana
Las heces que se encontraron cerca de Stonehenge se extrajeron de un montón de basura basura en Durrington Walls, según documenta Live Science. Según los investigadores de Cambridge, éste fue un asentamiento neolítico a casi 3 kilómetros del yacimiento arqueológico.
Según la datación de los restos fecales, es probable que pobladores hayan trabajado en la construcción de los monolitos, que sirvieron durante milenios como un calendario solar preciso. Al respecto, Piers Mitchell, antropólogo biológico de la universidad y líder del estudio, apuntó lo siguiente en un comunicado:
«Esta es la primera vez que se recuperan parásitos intestinales de la Gran Bretaña neolítica, y encontrarlos en el ambiente de Stonehenge es algo realmente importante».
En total, se encontraron 19 heces cerca de Stonehenge, con al menos 4 mil años de antigüedad. El periodo corresponde a la época aproximada en la que se erigió el espacio, explican los autores para Parasitology. Lo más probable es que la carne viniera de cerdos y vacas.
A los arqueólogos les sorprendió que no sólo fueron de humanos, sino de perros y ratas también. Lo más probable es que estos animales formaran parte de la cotidianidad de los grupos humanos ahí asentados, casi como animales domésticos.
Sin importar la especie, los restos fecales rebosaban en huevecillos, parásitos y gusanos fosilizados. Según los investigadores, lo más probable es que vinieran de la comida de los antiguos pobladores. Específicamente, de la carne poco cocida que comían en invierno.
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