Cientos de pozos en espiral descansan en el desierto peruano: son los respiraderos del complejo sistema de acueductos de Nazca, diseñados hace 1,700 años.
A unos 300 kilómetros al sur de Lima, la capital de Perú, habitan arañas kilométricas y aves místicas, que extienden sus alas como si fueran carreteras emplumadas. Otros animales sagrados también residen ahí, en medio del desierto: fueron trazados por la cultura nazca hace 2,500 años, a lo lago de cientos de hectáreas.
Aunque en la actualidad todavía no se sabe cuál fue la función real de las Líneas de Nazca, como se les conoce a estos glifos monumentales, los trazos han perdurado en el desierto desde entonces. Ahora, un equipo de arqueólogos en Perú encontró que los acueductos de Nazca están íntimamente relacionados con los animales sagrados que, imperturbables, todavía habitan el desierto peruano.
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El desierto peruano tiene ojos
Los ojos de agua que existen en el desierto peruano no son naturales. Por el contrario, fueron construidos intencionalmente para irrigar las ciudades más importantes de la cultura nazca, hace aproximadamente 1,700 años. Gracias a este sistema milenario, los asentamientos humanos pudieron florecer. De otra manera, se hubieran apagado en esta región, que es una de las más secas de todo el país.
Aunque los acueductos de Nazca fueron funcionales en su época, sólo podían dar agua de diciembre a marzo, explica el Ministerio de Cultura de Perú:
«[El sistema de acueductos de Nazca] estaba caracterizado por ser un sistema hidrográfico que nace únicamente en base a las precipitaciones que ocurren en las montañas de la parte alta de la cuenca», documenta la institución.
Las culturas que no lograron prosperar fue justamente por la escasez de agua en la zona. Sin embargo, la cultura nazca no sólo logró canalizar el agua artificialmente, sino que crearon un complejo sistema de filtración natural. Lo consiguieron por medio de galerías filtrantes, que aprovechaban las capas freáticas del subsuelo.
Además de dotar de agua potable a la población, de acuerdo con la plataforma de Sitios del Patrimonio Mundial del Perú, el agua se destinó principalmente a la agricultura. De otra manera, no hubieran tenido acceso a regar sus tierras de cultivo. Con todo lo anterior, la UNESCO catalogó al sistema de acueductos de Nazca como Patrimonio de la Humanidad en 1972.
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Pozos, canales y galerías subterráneas
Los antiguos pobladores de la cultura nazca construyeron pozos, canales y galerías subterráneas para irrigar a sus ciudades más importantes. Esta hazaña de ingeniería, de acuerdo con el corresponsal de la BBC Guillermo D. Olmo, contaba con respiraderos para recibir el agua del deshielo de los montes o la lluvia. Localmente, se les conoce como Ojos de Agua:
«[Eran] los puntos de captación de agua de los acueductos y los respiraderos en forma de espiral de unos siete metros de profundidad que dejan percibir el agua en algunos puntos de la red», escribe el periodista.
Este sistema logró irrigar hasta 3 mil hectáreas de cultivo, según el Ministerio de Cultura de Perú. Y no sólo eso: esta red compleja de canales estaba íntimamente relacionada con la cosmogonía de la cultura nazca. Los arqueólogos piensan que también tuvieron una función ceremonial, por la cercanía con la que fueron construidos a las antiguas Líneas de Nazca.
Además de ser un sistema hidráulico único en el mundo andino, en términos de funcionalidad, parece ser que también fueron espacios de culto. Más allá de su valor religioso e histórico, los acueductos de Nazca están tan bien construidos, que todavía funcionan, y son parte fundamental de la dinámica agraria de los pobladores de la región hoy en día.
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