Así fueron los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín, el evento internacional más importante antes de la Segunda Guerra Mundial.
Bajo el régimen nazi de Adolf Hitler, los Juegos Olímpicos de 1936 se celebraron tan solo tres años antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. La competencia reflejó el contexto político de la época y las crecientes tensiones internacionales.
La propaganda nazi en escena
En 1931, el Comité Olímpico Internacional seleccionó como la próxima sede de los Juegos, a la capital de Alemania. Para ese momento, Hitler todavía no tomaba el mando de la nación. Conforme aumentaban las disputas entre las naciones y Adolf Hitler subía al poder, países como Estados Unidos pensaban en no participar como forma de boicot. Sin embargo, al final, optaron por acudir.
Los Juegos Olímpicos de 1936 no fueron solo un evento deportivo, sino una intensa plataforma de propaganda para el régimen nazi. Adolf Hitler aprovechó la atención internacional para mostrar una imagen de poder y unidad de Alemania.
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El imponente Estadio Olímpico y las ceremonias fueron diseñadas para impresionar lo más que se pudiera a los espectadores globales. El ministro de propaganda de la Alemania nazi, Joseph Goebbels, fue el encargado de elaborar el gran programa de difusión propagandística.
Discriminación, racismo y resistencia
En medio de la opresión y la propaganda, el atleta afroamericano Jesse Owens emergió como un símbolo de resistencia. Owens ganó cuatro medallas de oro en atletismo, desafiando las teorías raciales nazis.
El estadounidense le dio a su país la victoria en cuatro pruebas de atletismo, sin embargo el presidente americano no lo invitó a las celebraciones de la Casa Blanca ni mandó alguna felicitación.
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Es curioso que, por el otro lado, el gobierno alemán sí le mandó una felicitación oficial por escrito al atleta. En años posteriores, durante el gobierno de George Bush, se le entregó a Owens la Medalla Presidencial de la Libertad.
Otro caso de discriminación, fue cuando la atleta alemana Gretel Bergmann fue excluida del equipo alemán por ser judía. Incluso cuando un mes antes de los Juegos Olímpicos de 1936, igualó el récord nacional en salto de altura. Así como Bergmann, más judíos fueron expulsados de representar a su país por la política de «solo arios» en las organizaciones deportivas alemanas.
Al finalizar, el régimen nazi ganó 89 medallas, siendo el número uno en el medallero, seguido por Estados Unidos con 56 medallas.
Unos Juegos Bajo la Sombra del Conflicto
Debajo del aparente esplendor y la supuesta armonía, los Juegos Olímpicos de Berlín, en realidad se llevaron a cabo en un contexto bastante álgido para la sociedad. Por ejemplo, la Guerra Civil Española apenas había estallado unos días antes de la inauguración.
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Por primera vez, España, a diferencia de Estados Unidos, sí retiró su participación del evento. Su situación política y social era tan extremadamente volátil y caótica que les fue imposible acudir al evento.
Por otro lado, Europa estaba al borde de un conflicto aún mayor: la Segunda Guerra Mundial. La inminente catástrofe global se podía observar desde los principios de los Juegos, pero aún era una predicción que nadie quería que se hiciera real.
Entre la insistencia de mostrar el poderío nazi y las señales de discriminación constantes, las tensiones políticas estaban a punto de estallar.
Este texto fue escrito por Emilio Flores Escalona, periodista comunicólogo apasionado por la reflexión, la política y la cultura. Colabora como redactor en National Geographic en Español.
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