Entre los antiguos mayas, el uso de drogas alucinógenas y estupefacientes no estaba mal visto. Por el contrario, eran puertas para entender el cosmos.
Para el juego de pelota. En medio de sacrificios. Como remedio de sanación espiritual y física. Los rituales maya estaban asociados al uso de diversas drogas. Aunque actualmente estas sustancias están penadas por la ley —considerándoseles alucinógenas y estupefacientes—, antiguamente esta civilización se valió de ellas para entablar un diálogo con el Universo.
«En Mesoamérica en general se consumían hongos alucinógenos«, explica el antropólogo Marcos Pool Cab, de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). Principalmente, para abrir una conexión con un plano divino, al que los mayas le rendían culto asiduamente. No sólo eso: se bebía alcohol y se fumaba tabaco, añade el especialista mexicano.
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Un vínculo directo con la naturaleza y el Universo
Alberto Pérez es arqueólogo de la UADY. En una entrevista, el especialista establece esta proporción: de 100 plantas empleadas en la antigüedad, 80 de ellas servían a fines rituales. Muchas de ellas —entre cactáceas y diversas especies vegetales— cumplían la función de pasajes a estados alterados de consciencia.
Sin embargo, todas las descripciones de estas experiencias que se conservan en la actualidad son «descripciones del europeo«, explica el investigador. Se sabe que los mayas utilizaban este tipo de drogas para realizar rituales místicos, y eran administradas exclusivamente por chamanes. No cualquiera podía manejarlas, ya que se consideraban frutos sagrados de la tierra.
«El propósito de estas sustancias era alcanzar un estado de desorientación temporal y espacial, brindando al usuario una sensación de paz interior y de unidad con la naturaleza y los dioses», escribe Heritage Daily.
Aún así, la gente común consumía bebidas fermentadas regularmente. Principalmente, venidas de árboles y otras plantas. Una de las más célebres es el balché que, aunque tenía una connotación ceremonial, también acompañaba los ratos de ocio y las comidas ordinarias.
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Motivo de fiesta y culto
Las sustancias alucinógenas y estupefacientes que los mayas consumían tenían varios propósitos. El primero de ellos era, efectivamente, identificarse en un nivel espiritual con su entorno y la naturaleza. Sin embargo, se tiene registro que el uso de tabaco silvestre (Nicotiana rustica), también cumplía la función de analgésico, para mitigar el dolor del auto-sacrificio ritual.
Esto es así porque este tipo de tabaco, explica Heritage Daily, «contiene el alcaloide nicotina que afecta el sistema nervioso». Al masticarse, inhalarse o mezclarse con otras hierbas, el efecto alucinógeno es mucho más poderoso.
No es ningún secreto que los mayas y otras civilizaciones precolombinas se embriagaban. De hecho, algunas figurillas de barro y códices enteros muestran escenas de personas usando este tipo de sustancias. Incluso se representó a los dioses en contextos rituales, rodeados de flores y cactáceas psicotrópicas.
Los mayas no fueron los únicos en emplear drogas para conectar con el cosmos. Los viajes de peyote están ampliamente documentados en los grupos wixárika, incluso en la actualidad. Una creciente industria de turismo alucinógeno está invadiendo los antiguos lugares sagrados de estas culturas ancestrales.
La intromisión de estas dinámicas económicas podrían estar incidiendo directamente en las tradiciones de los pueblos originarios que, desde la marginalidad, muchas veces prefiere adoptarlas que perder un ingreso. A pesar de esto, el turismo enteogénico está contribuyendo a la pérdida de tradiciones ancestrales inmemoriales, con un coste ecológico que apenas empieza a despuntar en el horizonte.
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