Sin importar la clase social o el género de las personas, los mayas se hacían injertos de joyas en los dientes. Ésta es la razón.
No es la primera vez que se sabe que los mayas se deformaban el rostro a propósito. Con fines rituales, o por mera estética de la realeza, esta civilización hizo esfuerzos considerables en modificar sus rasgos físicos. Recientemente, un equipo de arqueólogos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional y la Universidad Autónoma de Yucatán, descubrió uno más de estos cambios: los mayas se perforaban los dientes para decorar sus sonrisas con joyas.
Siglos antes de que los europeos se decoraran los dientes con oro, los mayas ya tenían técnicas dominadas para el jade, la turquesa y otras piedras preciosas de Mesoamérica. Esto fue lo que encontraron los científicos mexicanos.
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Sonrisas de jade, turquesa y oro
Sin importar la clase social o el género de las personas, los mayas se hacían injertos de joyas en los dientes. Jade, turquesa, oro, azabache y hematites figuraban entre las piedras preciosas predilectas para decorarse las sonrisas, según documentan los autores para Journal of Archaeological Science: Reports.
Ésta es una más de las técnicas que desarrolló la civilización para intervenirse el cuerpo, explican los investigadores. Así como tenían vastos parques naturales y acueductos en sus ciudades, podían darse el lujo de decorarse los dientes con joyas. Aunque pareciera lo contrario, el estudio sugiere que esta práctica no era meramente estética.
Por el contrario, las incrustaciones podrían tener una finalidad espiritual. Y lo que es más: además de verse bien, este tipo de injertos tenían «propiedades higiénicas y terapéuticas potenciales», según documenta Science Alert. Los científicos sugieren esto por el cemento que se utilizaba para asegurar las piedras en la dentadura.
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Cuidado dental para la trascendencia
Si bien es cierto que los mayas visitaban al dentista para arreglarse la sonrisa con joyas, los científicos del Politécnico Nacional y la Universidad Autónoma de Yucatán, descubrieron que utilizaban un pegamento anti-agua, especial para mantener sus dientes limpios. Esto les permitía que las piezas —especialmente los incisivos y colmillos— no se echaran a perder con los años.
Los investigadores descubrieron que la técnica para insertar las piedras era tan fina, que los mayas ni siquiera tocaban los nervios en los dientes. De la misma manera, la composición química de esta sustancia les ayudaba a evitar la inflamación de las encías. Y lo que es más: era un antiséptico natural que les protegía la boca contra infecciones comunes.
Esta práctica se ha rastreado en Belice, Honduras y otras zonas de Centroamérica, que coinciden con los dominios mayas. A partir de los restos orgánicos encontrados en sitios arqueológicos, los investigadores se dieron cuenta de que esta práctica no era exclusiva de las élites. Por lo cual, concluyen los autores, la higiene dental era una prioridad para la civilización maya.
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