Algunos de los Mōai se enterraron a propósito en la Isla de Pascua para propiciar la fertilidad de los suelos, revela un estudio.
Cerca de 1,000 megalitos resguardan a la Isla de Pascua desde hace 500 años. Erigidos por una tribu polinesia, han sido los centinelas de la mítica isla chilena por siglos. Durante décadas, los arqueólogos se preguntaron por qué algunos de ellos permanecían parcialmente recubiertos de tierra, mientras que otras esculturas se alzaban expuestas por completo sobre la superficie. Parece ser que los Mōai fueron agentes de fertilidad.
Un estudio reciente del Proyecto Estatua de la Isla de Pascua sugiere que los Rapa Nui no usaron las cabezas colosales sólo para fines ceremoniales. Por el contrario, podrían haber servido como nutrientes naturales para el suelo. Especialmente, para enriquecer la tierra con el fósforo y, así, propiciar la agricultura. Esto es lo que sabemos.
Los ‘rostros de los ancestros’ florecen de la tierra
El más grande atractivo de la Isla de Pascua, donde se estableció la cultura Rapa Nui, son los Mōai, gigantescas estatuas de piedra que salpican una gran extensión de este territorio. En el idioma rapa nui los Mōai se llaman Mōai ‘Āriŋa Ora o te Tupuna o “el rostro vivo de nuestros ancestros”.
Originalmente, los polinesios poblaron la Isla en el año 1400 de nuestra era. Incluso entonces, los granjeros recién llegados sabían que no podrían usar la tierra para cultivar con las propiedades que tenía naturalmente. Por ello, emplearon las estatuas sagradas con una doble función: como objeto de culto y, a su vez, como agente fertilizador.
Realizados principalmente sobre piedra volcánica, estos monolitos contribuyeron a que el sedimento local se «nutriera con fósforo y otros elementos cruciales para la agricultura», documenta Science News.
Así lo revelan los análisis del suelo realizados sobre los sedimentos antiguos en la isla. De acuerdo con la arqueóloga-antropóloga Sarah Sherwood y sus colegas, las plantas microscópicas que quedaron enterradas sugieren la presencia de plátanos, morera y taro, entre otros frutos enriquecidos artificialmente.
Con la intención sacra y agrícola
Según los estudios realizados con pruebas de carbono, los investigadores descubrieron que la agricultura Rapa Nui tuvo dos grandes periodos. El primero data de siglos antes de que los europeos llegaran a la Isla de Pascua, entre los años 1495 y 1710. En esta época, los pobladores originarios empezaron a esculpir los Mōai, con la intención sacra y agrícola.
«[La isla] se transformó de un bosque de palmeras a un terreno cultivado que apoyó a los isleños durante más de 500 años», explica el arqueólogo Carl Lipo de la Universidad de Binghamton (Estados Unidos), que no participó en el estudio.
La segunda etapa de desarrollo de los cultivos se dio después del contacto con Europa, hacia el siglo XVIII. Sin embargo, por la explotación excesiva de la tierra y los recursos naturales, la población local colapsó hacia el año 1800 —apenas 88 años después de la llegada de los exploradores extranjeros.
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Después de la catástrofe
Los Mōai tenían la misión de preservar la energía de los muertos, el mana, con la cual protegían a la tribu y controlaban el destino de las cosechas, los cultivos y los animales. En 1995, la UNESCO catalogó al sitio como Patrimonio de la Humanidad por «[ofrecer] el testimonio de un fenómeno cultural único en el mundo«. Así también, representa la principal fuente de ingresos para las cientos de familias que habitan el espacio.
Hoy, algunos de ellos sufren un daño ‘irreparable’ tras el incendio que azotó al yacimiento arqueológico el 6 de octubre de 2022. De acuerdo con los medios locales, el incendio se propagó debido a la «incapacidad de su control por falta de (efectivos) de la brigada«. Después de horas, al menos 60 hectáreas del Parque Rapa Nui quedaron completamente calcinadas.
Al respecto, el alcalde local, Pedro Edmunds, declaró que algunas de las piezas ya no se podrán reparar. Además, aclaró en la radio nacional que muchos de los incendios que se desatan en la Isla de Pascua son producto de la actividad humana irresponsable. Aunque, antiguamente, estos colosos de piedra representaban a los ancestros elevados de los rapanui, muchos de ellos no podrán recuperarse.
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