Este artículo contiene palabras provenientes de la lengua náhuatl en su variante del centro de México. Se han colocado algunos acentos para ayudar en su pronunciación
La distinción de los individuos según su sexo y según su género es un rasgo universal de la cultura humana. El concepto de sexo se refiere a las características físicas, biológicas y morfológicas que diferencian los cuerpos según sus capacidades reproductivas. El género, por otra parte, es una diferencia social que establece normas de conducta, roles y comportamientos ideales según el sexo de las personas. Así, mientras que el sexo es una determinación biológica, el género es una imposición cultural. En muchas sociedades estos dos conceptos se confunden, se entrelazan y se relacionan de formas particulares. Es el caso de los mexicas, quienes habitaron el centro de México entre los siglos XIV y XVI.
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El náhuatl era la lengua oficial de la Triple Alianza, poder político que conquistó buena parte del actual territorio mexicano, extendiéndose hasta zonas que hoy forman parte de los Estados Unidos, Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador y Nicaragua. Esta lengua, además, se sigue hablando en decenas de pueblos en la actualidad.
El náhuatl identifica los sexos cíhuatl (femenino) y oquichtli (masculino). Estas palabras se emplean como equivalentes a mujer y hombre. De acuerdo con las fuentes históricas y arqueológicas, la distinción de género entre mujeres y hombres era muy marcada. A las primeras correspondían los trabajos domésticos como la cocina, el tejido y la crianza de hijas e hijos; a los segundos correspondían diversas ocupaciones como la labranza del campo, la cacería, la política y la guerra. Todo parece indicar que los varones (telpócatl) eran educados en escuelas especializadas, donde tenían acceso a distintos oficios y conocimientos. Sin embargo, para las jóvenes (ichpócatl) no se ofrecía este tipo de formación.
Contamos con poca información sobre la diversidad sexual y de género entre los mexicas. Esto se debe a que quienes registraron estos datos hace 500 años eran principalmente frailes españoles cuyos prejuicios religiosos les impedían tocar ciertos temas a profundidad. Existe, además, una diferencia notable entre el pensamiento del siglo XVI y el del siglo XXI, por lo que los términos y las ideas plasmadas en estos escritos no coinciden totalmente con nuestra forma de ver el mundo. Por esta razón no podemos confiar plenamente en las fuentes, y para estudiarlas se requiere precisión y meticulosidad.
Se suma el problema de que los autores se contradicen. Mientras que algunos textos, por ejemplo, apuntan hacia la penalización de la homosexualidad, otros nos dan una visión más abierta respecto a estas diversidades.
La Historia general de las cosas de la Nueva España, compuesta por el franciscano Fray Bernardino de Sahagún entre 1540 y 1580, nos da un ejemplo poco claro sobre la diversidad de género en la cultura mexica. El libro menciona a un individuo llamado patlache, utilizando el término hermafrodita para traducir esta palabra.
La muger que tiene dos sexos, o la que tiene natura de hombre y natura de muger […] tiene gentil cuerpo, como hombre, habla y anda como varón y (es) vellosa. Usa de entrambas naturas…
Esta interpretación se ha criticando en años recientes pues al parecer patlache, más que referirse a una persona intersexual, alude a un género que no tiene equivalente en la sociedad occidental moderna. Se ha propuesto que una persona patlache tenía un rol donde lo masculino y lo femenino se entrecruzaban. Posiblemente una persona patlache se consideraba sexualmente como masculina, pero socialmente era vista como femenina. Otra pista proviene del Vocabulario en lengua castellana y mexicana, publicado por Fray Alonso de Molina en 1571, donde se consigna la siguiente palabra:
patlachuia […] hazerlo una muger a otra
El verbo patlachhuía apunta a que una persona patlache se desempeñaba socialmente como femenina, pero, a diferencia del rol tradicional de las mujeres mexicas, se relacionaba sexualmente con otras mujeres.
En otros documentos históricos pueden encontrar ejemplos semejantes a éste, aunque son muy escasos y su interpretación representa un reto para la investigación. A medida que estos temas adquieren relevancia dentro de la academia, surge más información que nos ayuda a comprender mejor las complejas sociedades de Mesoamérica, entre las que la mexica tiene un papel preponderante.
Este artículo es de la autoría de Rodrigo Ortega Acoltzi, quien investiga y escribe sobre arte e historia. Puedes leer más de su trabajo aquí.
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