Atila, el Huno, no atacó Roma por ser un «bárbaro ávido de oro», como se le describió en su época. En realidad, quería escapar de la sequía en Asia.
El pueblo de Atila, el Huno, era nómada. Después de años de una sequía interminable, que mermó los recursos disponibles en Asia, los líderes militares empezaron a buscar nuevas alternativas. A veces, con medidas desesperadas: los veranos eran cada vez más secos hacia el siglo V de nuestra era, y la comida escaseaba. Fue entonces que decidieron movilizarse hacia el oeste.
Sucedió en la frontera romana que corresponde a la actual Hungría. En el año 477 de nuestra era, Atila, el Huno, invadió Roma. La fuerza de los ataques fue tal, que este golpe se considera uno de los factores determinantes para la caída del Imperio Romano en la actualidad. Ésta fue su historia.
Huyendo de la hambruna y la escasez
Un equipo de historiadores clásicos de la Universidad de Cambridge realizó una revisión extensa sobre las verdaderas razones que llevaron a los hunos a invadir Roma. A partir de los rastros en los anillos de árboles milenarios, en la actual República Checa y Bavaria, los investigadores encontraron que los veranos se estaban haciendo cada vez más áridos.
Con cada vez menos agua, los recursos de los hunos escasearon. Especialmente, en la Gran Llanura Húngara. Aquellos que vivían en las estepas se enfrentaron a condiciones climáticas ‘tumultuosas’, según las describen los autores. No sólo eso: la situación fue tan apremiante entre los años 420 y 450, que se organizaron para atacar con toda su fuerza al Imperio Romano.
Entrando por la frontera de la actual Hungría, los hunos pasaron de ser agricultores a convertirse en asaltantes violentos:
«[El estudio] muestra que Hungría experimentó episodios de veranos inusualmente secos en los siglos IV y V», escriben los autores en un comunicado, «[…] las fluctuaciones climáticas, en particular los períodos de sequía del 420 al 450 d. C., habrían reducido el rendimiento de los cultivos y los pastos para los animales más allá de las llanuras aluviales del Danubio y Tisza».
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Estos hallazgos modifican el discurso que se tenía con respecto a los pueblos nómadas al norte, que venían de Asia. La narrativa imperialista en Europa les calificaba como bárbaros, con una «sed insaciable de oro», como se les describió en la época al este del Imperio Romano.
Si bien es cierto que los ataques fueron violentos e incendiarios, no fue porque fueran bestias sanguinarias. Como otros pueblos que buscan apropiarse de recursos para subsistir, los hunos huyeron de un contexto de hambruna y escasez. Y sí, los hunos empezaron a recolectar tributos a lo largo del Danubio, como manera de consolidar su dominación territorial.
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