A pesar de ser completamente antihigiénico, y con escasas propiedades curativas, los europeos ingerían restos de momias en la Edad Media.
Los europeos adolecieron de malestares eran reales, y dictaba que era posible revertirlos con menjurjes especiales. Uno de ellos era extracto de momia, que se expandió en todo el continente alrededor del siglo XII.
Conocido como como ‘Mumia’, esta pócima estaba pensada con fines medicinales, explica Edad Media, sin importar la clase social o capacidad adquisitiva de las personas.
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Remedio para mal de amores y peste bubónica por igual
La pregunta es válida: ¿por qué la gente en la Edad Media comía restos de momias? En un estudio serio, conducido por la Universidad de Southwestern Queensland, en Australia, el antropólogo Marcus Harmes se cuestiona esta práctica europea medieval, por su escaso sustento empírico —o higiene.
Al investigar remedios artesanales empleados en la Edad Media, se percató de que el extracto ‘Mumia’ era una solución para diferentes malestares físicos y anímicos, a los que no se tenía una explicación científica. A veces, podía ser un simple dolor de cabeza o un recargo de estómago.
Hacia el siglo XII, con el estallido de la plaga más mortal en la historia de Europa, esta solución se empleó en aras de curar la peste bubónica:
«Impulsados primero por la creencia de que los restos humanos molidos y teñidos podían curar cualquier cosa», explica el autor para The Conversation, «desde la peste bubónica hasta un dolor de cabeza […], los cadáveres vendados de los antiguos egipcios fueron objeto de fascinación de la Edad Media hasta el siglo XIX».
Según Harmes, esta alternativa medicinal se empleó durante al menos 500 años. A falta de antibióticos, a los médicos medievales les resultaba lógico que los cráneos y otros huesos de momias egipcias pudieran aliviar enfermedades que no tenían cura.
Sin embargo, incluso en el auge de estas prácticas medievales, había científicos que mostraron severas reservas.
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Un extenso mercado negro de momias falsas
Uno de los más ácidos críticos de la práctica medieval de comer momias fue el médico francés Guy de la Fontaine. Dedicado a atender casos entre la realeza francesa, dudó que la ‘Mumia’ «fuera una medicina útil«, ya que muchos de los cadáveres momificados ni siquiera provenían de Egipto.
Por el contrario, se creó una extensa red de mercado negro en el que se falsificaban momias en la Edad Media. Muchas de ellas, prominentes de Alejandría: los restos de campesinos egipcios se trataban de manera que parecieran momias originales en el siglo XIV, documenta Science History Institute.
Aún así, otros miembros de la realeza europea insistieron en ingerir momias durante siglos, incluso mucho después de terminada la Edad Media. El ejemplo más sonado es el de el rey Carlos II de Inglaterra, que reteñía aliviar sus dolores de cabeza comiendo cráneos molidos, según documenta The Lancet Neurology.
Para obtener el favor de faraones fallecidos
Como Carlos II, otros monarcas pensaban que podrían obtener el favor de los faraones fallecidos al ingerir sus restos ‘sanos’. De esta forma, el linaje de la élite en el poder podría favorecer la salud de los dirigente que habían caído enfermos. En la actualidad, no existe evidencia científica que sustente una correlación entre estas acciones.
En la actualidad, las momias egipcias ya no se usan como remedio artesanal. Por el contrario, se les considera como estandartes únicos que representan los rituales funerarios de un imperio ancestral, ya que arrojan luz sobre la relación de los egipcios con la muerte y la trascendencia.
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