Europa se convirtió en un campo de guerra en menos de una semana debido a una compleja red de alianzas y tensiones acumuladas a lo largo de décadas. En 1914, el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria-Hungría y su esposa en Sarajevo, por un nacionalista serbio, fue la chispa que encendió el conflicto. Este hecho detonó una serie de eventos que desencadenaron la Primera Guerra Mundial.
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Las potencias militares e industriales de la época se dividieron en dos bloques principales. Por un lado estaba el Triple Entente, conformado por Francia, Rusia, el Reino Unido y más tarde Estados Unidos, entre otros. Por otro lado, se encontraban las potencias de la Triple Alianza, que incluían a Alemania, Austria-Hungría e Italia, quien cambió de bando. A este último grupo también se sumó el Imperio Otomano y Bulgaria.
El nacionalismo exacerbado fue uno de los principales factores que contribuyeron al estallido de la guerra. Las tensiones nacionalistas en los Balcanes, así como el deseo de las potencias europeas de mantener su estatus, expandir su influencia y dominio, así como las rivalidades económicas, crearon un clima de inestabilidad.
Tras el asesinato del archiduque, Austria-Hungría declaró la guerra a Serbia el 28 de julio de 1914. Esto desencadenó una serie de declaraciones de ataques entre las potencias europeas: Rusia movilizó sus fuerzas para apoyar a Serbia, lo que llevó a Alemania a declarar la guerra a Rusia y luego a Francia. El 4 de agosto, Alemania invadió Bélgica, lo que llevó al Reino Unido a entrar en la guerra en apoyo de Bélgica y Francia.
La guerra se desarrolló en una serie de batallas a lo largo de frentes en tierra, mar y aire en Europa occidental y oriental. El avance armamentista introdujo nuevas tácticas y armas letales, que transformaron la guerra en una carnicería sin precedentes.
«Fue la más sangrienta en la historia del mundo hasta ese momento y se cobró 8,5 millones de vidas», escribió la ONU a cien años del conflicto. «Casi cinco millones (de personas)resultaron heridas, otros 2,5 millones fueron capturadas o desaparecieron. El número total de muertos y heridos es más del 76 por ciento de todos los que fueron llamados al frente».
La Enciclopedia del Holocausto destaca que las hostilidades en realidad causaron la muerte de casi diez millones de soldados y alrededor de 21 millones resultaron heridos en combate.
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El avance armamentista desempeñó un papel crucial en la Gran Guerra. Las naciones europeas compitieron en una carrera desarrollando tecnología militar cada vez más sofisticada. La industria bélica floreció, produciendo armas de fuego, ametralladoras, tanques artillería pesada y, lo más preocupante, armas químicas.
El uso de armas químicas, como el gas mostaza y el cloro, fue una característica distintiva y aterradora que cambió para siempre la percepción de la guerra. Durante la Primera Guerra Mundial, se liberaron 124,000 toneladas de sustancias tóxicas, según la ONU, envenenando e infligiendo sufrimientos inimaginables a 90,000 soldados. Además, casi un millón de ellos perdieron la vista o sufrieron heridas graves debido a estos gases.
Después de años de combate y millones de muertos, la guerra finalmente llegó a su fin el 11 de noviembre de 1918, con la firma del Armisticio de Compiègne. El tratado que puso fin a la guerra fue el Tratado de Versalles, firmado en 1919, que impuso duras condiciones a Alemania y reconfiguró el mapa político de Europa, sentando las bases para conflictos futuros.
Tras la Primera Guerra Mundial, varios imperios colapsaron, cambiando el mapa geopolítico de Europa y el Medio Oriente. El Imperio Alemán, el Imperio Austrohúngaro, el Imperio Otomano y el Imperio Ruso se desintegraron. Nuevas naciones emergieron, y las fronteras se redibujaron, dando lugar a estados como Polonia, Checoslovaquia y Yugoslavia.
Después de años de combate y millones de muertos, la guerra terminó el 11 de noviembre de 1918, con la firma del Armisticio de Compiègne. Después vino el Tratado de Versalles, firmado en 1919, que impuso duras condiciones a Alemania y obligándola a pagar enormes reparaciones, lo que alimentó resentimientos e ideas nacionalistas que, a la larga, contribuyeron al estallido de la Segunda Guerra Mundial.
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