Aliens, gigantes, seres supra-humanos: la pseudociencia ha intentado atribuir un sinnúmero de explicaciones a por qué algunos jeroglíficos representan cuerpos gigantescos y desproporcionados. A pesar de los esfuerzos que se han hecho la teoría de conspiración para convencernos de que estas figuras venían de otro mundo, la evidencia histórica sugiere un escenario diferente. Esta manera de representar el mundo viene del ‘canon egipcio’.
La representación de cuerpos planos, con la mirada fija en el espectador y una perspectiva que parece ‘descuadrada’ es herencia de una tradición artística milenaria. Los escribas egipcios se instruyeron en esta manera de mostrar al cuerpo de acuerdo a lo que se consideraba sagrado y estético en aquel entonces. Así funciona.
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Cuando nos referimos a ‘canon egipcio’, hablamos de una serie de parámetros que eran considerados bellos o estéticos en las representaciones artísticas, sagradas y políticas de esta cultura. Esta serie de referencias y recursos visuales, según documenta la University College de Londres, aparecieron hacia el año 3,000 a.C., y se utilizaron hasta el siglo III d.C.:
«Junto con la escritura jeroglífica, el arte egipcio fue diseñado para obtener para la creación una existencia eterna y armoniosa. Por lo tanto, no está interesado en vistas parciales de objetos», explica la universidad. «[…] Más bien, tuvo que crear y proyectar hacia la eternidad una versión de la realidad de la cual todo el mal había sido editado meticulosamente.»
La intención de no representar la realidad ‘tal cual es’ viene de un entendimiento del Universo diferente al que se tiene en Occidente. Para los egipcios antiguos, la vida terrenal era una ritos funerarios extenso, profundo y muy íntimo.
Para los egipcios, la perspectiva con la que se trabajan los volúmenes de los cuerpos humanos tenía la función de registrar y conmemorar. Muchas veces, desde el plano sagrado: para ellos, la escritura jeroglífica había sido un regalo de Thot, el dios «de la sabiduría, la luna, las artes, la escritura, el arte, la ciencia y los muertos», documenta el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México.
Los escribas, por tanto, cumplían con una función documental y sagrada a la vez: no cualquiera podía ser receptor de la inspiración divina de Thot, explica Britannica. Así como era la divinidad de la escritura, también era el consejero de los otros dioses en el otro mundo, así como su intérprete con los seres humanos.
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Los egipcios plasmaron su canon en bajo relieve, fresco y papiro. Generalmente, se ve a las figuras humanas o divinas representadas en dos dimensiones, con la expresión hierática clásica que los despoja de ‘emociones banales’. Cuando las personas representadas tenían más rango, literalmente se les representaba más arriba y en mayores dimensiones.
Esto llevó a algunos pseudocientíficos a concluir que existía una civilización de gobernantes gigantes en la Antigüedad. La realidad es que este acercamiento raya en ser simplista: los escribas egipcios atribuían de rango y superioridad espiritual a sus líderes haciéndolos más grandes ‘que todos los demás’.
El egiptólogo británico John Baines, de la Universidad de Oxford, sintetiza esta noción como sigue: «el tamaño equivale a la importancia«. Y lo que es más: como este sistema de representación era sagrado, los escribas tenían la consciencia de que parte del espíritu de la persona estaba contenido ahí.
Pensando en que el ‘ka’ o el espíritu de las personas se quedaba en su representación pictórica, los egipcios desarrollaron el ‘canon de perfil‘. En la cultura popular, se ha traducido como ‘caminar como egipcio’, ya que parece que los cuerpos están descuadrados.
Sólo así, según los escribas antiguos, se podría representar la totalidad de los rasgos de las personas. Ya fuera en piedra o en papiro, la idea era mostrar sus características más icónicas ‘de frente’, para que se les reconociera más fácilmente. Por eso, el tórax, las extremidades y los ojos están de perfil.
Baines destaca, además, que mucho de este arte pictórico está pensado para espacios monumentales. El canon egipcio tenía que ser vistoso porque estaba dirigido para que muchas personas lo vieran y pudieran leer las escenas sagradas ahí contenidas. Por ello, concluye el especialista, tenía que apelar a iconos y motivos ‘universales’, explica Baines para Live Science.
El canon egipcio fue tan efectivo que, durante más de 5 mil años, no se modificó en lo absoluto. Las formas permanecieron prácticamente iguales, sin importar que el régimen cambiara. A final de cuentas, los dioses eran los mismos, y la noción de que parte del espíritu estaba ahí contenido le confería un halo de sacralidad, que los escribas respetaban profundamente.
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