Al sur de Egipto se yergue una necrópolis desértica. El camino desde El Cairo no es corto, para llegar hay que tomar un avión a la ciudad de Luxor, o remontar el río Nilo. A más de 700 km de la capital egipcia, miles de visitantes de todos los países vienen a uno de los cementerios más famosos del mundo: el Valle de los Reyes.
“Yo me quedé maravillado. Fue un viaje que me cambió la vida.” dice sobre su primera visita al Valle Gerardo P. Taber, el arqueólogo a cargo de la colección egipcia de México.
El Valle de los Reyes es el lugar que los faraones del Reino Nuevo eligieron para su eterno descanso. Se trata de una necrópolis donde hay alrededor de 75 tumbas o hipogeos, su nombre en griego. De acuerdo con la Enciclopedia Británica, el Valle alberga a casi todos los dirigentes de la 18°, 19° y 20° dinastías.
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La elección de este lugar no fue arbitraria. Desde la ubicación geográfica hasta la orografía del sitio fueron elegidos estratégicamente por los gobernantes del Reino Nuevo. El Valle de los Reyes no es un valle en la definición geográfica de la palabra, sino un wadi; un error de traducción, aclara Taber.
Un wadi es el lecho seco de un río que deja caminos trazados. El wadi que dio lugar a esta gran necrópolis tuvo su origen cuando el río Nilo cambió de curso, dejando al lado de una montaña, un área labrada para hipogeos. El nombre original es Wadi el-Muluk.
Las tumbas fueron talladas en la ladera de una montaña, El-Qurn: la mayor de las colinas tebanas. Fue erigida en permanente centinela como una pirámide, como la describió hace 100 años el arqueólogo Howard Carter. Esta pirámide natural simbolizó no sólo una continuidad a la tradición funeraria de las grandes pirámides, sino también un mandato divino. Al ser una montaña en forma de pirámide, los egipcios no tenían ninguna duda sobre la razón: era un símbolo de los dioses que indicaba el lugar donde debían construir su necrópolis.
El arqueólogo explica que la ubicación del Valle tampoco fue al azar, pues la montaña no sólo está al lado de Tebas, la ciudad de procedencia de los gobernantes en ese momento. También está orientada al Oeste, donde muere el Sol y por donde los egipcios entran al reino de los muertos, la Duat.
Alrededor de la El-Qurn no sólo está el Valle de los Reyes, hay algunos otros Valles: el de las Reinas, el de los Nobles, el de los Monos, entre otros. Todos estos wadis querían beneficiarse de esta pirámide natural que los dioses les habían dado, por lo que todos están viendo hacia la montaña, todo confluye a la montaña sagrada tebana que une los valles en una gran necrópolis.
“Tiene algo mágico, te toca fibras muy sensibles y te cambia la vida.”
Una de las tumbas más conocidas es el sepulcro de Tutankhamón. El egiptólogo expresa que a pesar de ser una de las más pequeñas, fue la más famosa porque su ajuar funerario fue encontrado casi completo.
Otra tumba famosa por su tamaño, belleza y conservación es la tumba de Seti I, el segundo faraón de la XIX dinastía. Fue descubierta en 1817 y desde entonces ha sido estudiada por egiptólogos de todas partes del mundo.
La tumba de Tutmosis III destaca porque está pintada con un estilo distinto y es la más alejada de la zona central del Valle, ya que fue construida en un acantilado.
“Siempre que se dice que ya está todo descubierto, nos enseña la historia que no es así.” dice el arqueólogo sobre los descubrimientos del Valle.
Gracias a las nuevas tecnologías, los planes para hacer facsimilares, escaneos y espectrografías de las tumbas, se están concretando actualmente. Esto contribuye a la conservación del sitio, pues recibe una afluencia gigantesca de turistas.
El especialista habla sobre los conocimientos que hemos adquirido desde que se empezaron a excavar las tumbas “tenemos conocimientos mucho más finos”. Asimismo, destaca la importancia de leer los ‘libros’ o textos que se encuentran dentro de cada uno de los hipogeos, es a través de ellos que ahora entendemos mejor por qué eligieron el lugar y también la situación política que vivió Egipto en el Reino Nuevo.
La egiptología existe desde hace unos 200 años y cuenta Taber que “hay muchísimas cosas todavía por descubrir en el Valle de los Reyes”.
Gerardo P. Taber es un arqueólogo mexicano especializado en Egipto faraónico. Actualmente es investigador del Museo Nacional de las Culturas del Mundo y curador del área del Egipto faraónico y el Mediterráneo antiguo. Su proyecto Kemet en Anáhuac, busca educar e investigar sobre la cultura del Egipto Faraónico en México.
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