¿Qué debe llevar un altar de muertos? Esta pieza fundamental del conjunto de tradiciones del Día de Muertos es, ante todo, una representación de la comunión entre la vida y la muerte. Es, también, una manifestación más del mestizaje que originó al pueblo mexicano. La mejor forma de reconocer esto es a través de los principales elementos que lo integran actualmente
Cada una de las cosas del altar tiene su razón y significado. Algunas de estas responden a la cosmovisión de los pueblos originarios, mientras que otras se encuentran muchos más relacionadas con la influencia española.
Es suficiente con poner un vaso del líquido. Este elemento esencial, básico para la vida, se ofrece a los muertos como recurso para saciar el espíritu después del largo viaje que emprenden hacia el mundo de los vivos.
La sal es importante para el mantenimiento del espíritu que viaja entre los vivos y los muertos. Igualmente, es un factor que ayuda a la purificación.
Más allá de engalanar los altares, las flores están principalmente relacionadas con la invitación a las almas de los niños y niñas, pues su presencia en el altar favorece la alegría de los espíritus.
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Ambos representan la luz que ilumina el camino de esperanza y fe que conecta las dimensiones de la vida y la muerte. Debido a la tradición de los pueblos originarios, cada vela o cirio está dedicada a un difunto.
Estos elementos aromáticos, de fuerte valor prehispánico, sirven para elevar las oraciones y conexión con los muertos, pues su fragancia limpia el ambiente de las malas energías.
La imagen de un ser superior, que representa en buena parte el mestizaje cultural con los españoles, sirve para dar protección a los muertos que llegan al altar. Además, las personas que no son devotas al catolicisimo, ponen imágenes de las deidades a las que les rezan.
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El petate simboliza el descanso al que se invita a los espíritus, luego de su travesía hasta la ofrenda. Igualmente, funciona como la base sobre la cual se colocan todos los demás recursos del altar.
Aunque el tiempo ha ido transformando este punto, hasta poner un alimento especialmente dedicado al gusto del difunto, el pan antecedió a esta costumbre. A este factor básico de la ofrenda, desde una concepción cristiana, se le concibe como el “Cuerpo de Cristo”, por ello la importancia religiosa en ofrecerlo siempre.
Las fotografías de los fallecidos son parte de la invitación formal que se realiza. Es también común que estas se pongan contra un espejo, con el propósito de que el muerto pueda ver el reflejo de sus seres queridos y ellos el de este.
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