Los restos se petrificaron en una mueca angustiada. En donde deberían ir los ojos, sólo quedaron dos orificios cavernosos. Ambas manos intentan cubrir el rostro, mientras que el sexo se esconde debajo de un pedazo de tela azul. El resto del cuerpo quedó deforme. Tanto así, que parece que las piernas se unen en la forma de una aleta. Así se ve la momia de sirena encontrada en Japón: un cuerpo que aparenta ser híbrido, y ha causado inquietud en la comunidad científica (y no tan científica).
En el siglo XVIII, cuando originalmente se encontró este cadáver momificado, los marineros locales pensaron que era un ejemplar perfecto de ningyo (人魚 ): la mezcla mitológica entre nuestra especie y las bestias del mar. Del japonés, literalmente se traduce como ‘pez humano’. Sobre todo, porque tiene torso de primate y lo que aparenta ser una cola escamosa.
A diferencia de las sirenas occidentales, los ningyo son «criaturas acuáticas que son menos atractivas[…]», según las describe Science Alert, «aunque están tan impregnadas de sabiduría y tradición.»
Este ejemplar de ‘sirena’ japonesa se encerró en una caja de madera de paulownia, al interior del templo de Enju-in, en la ciudad de Asakuchi. Al interior del sarcófago, un personaje anónimo dejó una nota escrita a mano, que sugiere que el ningyo se capturó hacia el año 1740.
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Casi tres siglos más tarde, un equipo de científicos de la Universidad de las Ciencias y las Artes en Kurashiki realizó un análisis minucioso sobre la momia del siglo XVIII. Después de varios escaneos que se realizaron sobre la pieza, los investigadores se dieron cuenta de que no es un cuerpo animal en lo absoluto.
Ya fuera un engaño, una obra de arte o un objeto cultual, parece ser que la sirena japonesa fue hecha por la mano humana. Y lo que es más: parece ser que no es la única. Por el contrario, otras piezas similares se han encontrado desperdigadas en espacios sagrados del Periodo Edo (1603-1868). .Naturalmente, nunca se ha encontrado a un animal similar vivo, merodeando los confines del archipiélago.
Más allá de la mandíbula, el ejemplar no cuenta con esqueleto al interior del cuerpo. Por el contrario, está hecha principalmente de papel, tela y algodón, que se recubrió con una mezcla de polvo de carbón y pasta. De ahí que dé la impresión de haber sobrellevado un proceso de momificación.
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Aunque los investigadores descubrieron qué hay en las entrañas de la sirena japonesa, todavía no se sabe cómo llegó al Templo Enju-in. Una vez que el estudio concluya, aseguran los autores, «será devuelta a su hogar donde permanecerá bajo el cuidado de los sacerdotes«.
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