La Pirámide de la Luna pudo servir como punto de partida para la traza urbana de la ciudad sagrada de Teotihuacan, hace más de 1,700 años.
Teotihuacan es el lugar en donde fueron creados los dioses, según la cosmovisión de la civilización que dominó el Estado de México, al centro de México. Con 45 metros de altura, y 140 por 150 metros de base, la Pirámide de la Luna fue el punto de partida a partir del cual los teotihuacanos erigieron su capital sagrada.
«Sólo la Pirámide del Sol es más grande que este edificio«, documenta Arqueología Mexicana. Sin embargo, a partir de pruebas geofísicas, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México corroboró que debajo de la Pirámide de la Luna hay una cueva artificial y pasadizos secretos. Esto es lo que sabemos al respecto.
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¿Qué hay dentro de la Pirámide de la Luna?
Desde 1987, la ciudad sagrada de Teotihuacan está catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Construida entre los siglos I y III d.C., «[…] fue uno de los focos culturales y artísticos más importantes de Mesoamérica y su influencia sobrepasó ampliamente los confines de la región circundante», según la describe la institución.
Prueba del amplísimo desarrollo urbano e ingenieril que consiguieron los teotihuacanos es la Pirámide de la Luna. De acuerdo con una misión arqueológica que supervisó el INAH, parece ser que la Pirámide de la Luna fue el punto de partida para la traza de toda la ciudad sagrada, durante el Periodo Clásico (300-650 d.C.).
Las excavaciones culminaron en 2020, cuando los arqueólogos del INAH descubrieron que hay una gran cueva a 15 metros de profundidad. Se encuentra «hacia el centro de la actual estructura y orientada hacia el Cerro Gordo», según explicaron en un comunicado.
Las arqueólogas Denisse L. Argote Espino y Verónica Ortega Cabrera lideraron el estudio. Uno de los hallazgos principales es que, por debajo de la estructura principal, hay una cueva artificial, que los arquitectos antiguos diseñaron emulando la forma que tendría el inframundo.
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Los resultados se publicaron en Journal of Archaeological Science, donde las autoras confirman que la cueva por debajo de la pirámide no es natural. Por el contrario, fue obra de la mano teotihuacana. Además de la cueva, también encontraron túneles y pasadizos secretos por debajo de las pirámides del Sol y de Quetzalcóatl:
«[…] probablemente dedicadas a ceremonias religiosas sobre el inframundo, la fertilidad y la creación de la humanidad», escriben las investigadoras. «El impacto histórico de este descubrimiento abre la discusión sobre el significado simbólico de esta pirámide y los orígenes de la planificación urbana en el sitio.»
Para ello, el equipo empleó sondeos ERT y ANT. Éstas son técnicas geofísicas no invasivas con el patrimonio. Con ellas, se confirmó este vacío por debajo de la Pirámide de la Luna, que podría emular la forma que tenía el inframundo teotihuacano, por debajo (literalmente) de su ciudad sagrada.
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