El arqueólogo inglés Howard Carter descubrió la Tumba de Tutankamón. Ésta es su fascinante historia.
En 1922, Howard Carter y su equipo descubrieron la tumba más famosa del mundo: la tumba de Tutankamón. Aunque se le recuerda gracias a este descubrimiento, toda su vida estuvo llena de experiencias emocionantes.
Nacido en 1874 en Kensington, Inglaterra, Carter fue un niño de salud delicada, condición que le impidió asistir a la escuela de manera regular. Su padre, en cambio, le proporcionó una formación artística e intelectual que definiría el futuro del joven, quien desde temprana edad mostró interés por las culturas mediorientales. Su padre, Samuel Carter, era un destacado pintor, célebre entre la aristocracia inglesa por sus retratos de animales. Durante toda su vida, la pintura sería una de sus pasiones medulares.
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De dibujante a arqueólogo
Gracias a sus capacidades artísticas, a los 17 años se le comisionó para participar en una expedición arqueológica a Egipto. Su trabajo consistió desde entonces en registrar el arte de la civilización faraónica. Al mismo tiempo, Carter se familiarizaba con las técnicas de la arqueología, disciplina que comenzaba a formalizarse en los últimos años del siglo XIX.
Para 1899, a la edad de 25 años, se desempeñaba como inspector en el Servicio de Antigüedades Egipcias. Realizó excavaciones en el Valle de los Reyes, mismas que dieron como resultado el hallazgo de varias tumbas reales que habían sido saqueadas en la antigüedad.
Un mecenas y una teoría
En 1907, Howard Carter se asoció con George Herbert, el Quinto Conde de Carnarvon, un ávido coleccionista de arte antiguo, quien sería su mecenas durante las décadas siguientes. Gracias al patrocinio de Carnarvon, Carter pudo explorar sitios cercanos al Valle de los Reyes, como el templo funerario de la reina Hatshepsut en Deir el-Bahari.
Durante este tiempo, desarrolló una teoría revolucionaria: basándose en la evidencia arqueológica, intuyó que debía existir una tumba desconocida en el Valle de los Reyes. De acuerdo con su hipótesis, el propietario de esta tumba sería el faraón Tutankamón, quien gobernó Egipto en el siglo XIV antes de nuestra era. El sepulcro, según sus cálculos, se encontraba intacto, pues estaba oculto bajo toneladas de piedra, residuo de la construcción de otras tumbas cercanas.
Lord Carnarvon consiguió la autorización del gobierno egipcio para excavar el Valle de los Reyes en 1914. El estallido de la Primera Guerra Mundial, sin embargo, detuvo todos sus planes. Durante la guerra, Carter fungió como traductor para el Reino Unido. El fin del conflicto permitió iniciar la esperada campaña.
El descubrimiento del siglo
En 1922, luego de cuatro años de buscar a Tutankamón sin éxito, Lord Carnarvon puso un ultimátum al arqueólogo: financiaría una temporada más. Si no lograba localizar la tumba, retiraría el patrocinio. A principios de noviembre de ese año, el equipo dio con la escalera de acceso al entierro. Veinte días más tarde, en compañía de Carnarvon y su hija Lady Evelyn, Carter se asomó por primera vez a la cámara del tesoro de Tutankamón. Él mismo narraría el momento en estos términos:
[…] los detalles del interior de la habitación emergieron lentamente de las tinieblas: animales extraños, estatuas y oro, por todas partes el brillo del oro. Por un momento, que debió parecer eterno a los otros que estaban esperando, quedé aturdido por la sorpresa, y cuando Lord Carnarvon, incapaz de soportar la incertidumbre por más tiempo, preguntó ansiosamente: “¿Puede ver algo?”, todo lo que pude decir fue: “Sí, cosas maravillosas”.
¿Un amor imposible?
Recientemente se ha debatido la posibilidad de un romance entre Howard Carter y Lady Evelyn Carnarvon, la hija de su mecenas, quien acompañó al arqueólogo durante la exploración de la tumba. Esto se ha intuido a partir del testimonio de ambos, registrado en cartas y publicaciones de la época. A pesar de que la historia de un amor imposible entre una noble y un aventurero en el Egipto de los años 20 añade tintes novelescos a la historia del descubrimiento, no existe evidencia que confirme este supuesto affair.
Después de la tumba de Tutankamón
Catalogar los miles de objetos de la tumba tomó más de diez años. Meticulosamente, Carter registró cada detalle tanto en dibujos como en fotografías. Bajo su dirección, un equipo de químicos y restauradores se encargaron de estabilizar las piezas más delicadas, y decenas de trabajadores se aseguraron de que el tesoro llegara a salvo al Cairo. Hasta el año 2022, la máscara de Tutakhamon, su trono, su carruaje real y muchas otras piezas emblemáticas se encontraban en el Museo Egipcio de esta ciudad. Hoy en día, se pueden visitar en el Gran Museo Egipcio.
Para 1932, Howard Carter se había convertido en una celebridad internacional. El fin de su exhaustivo trabajo en el Valle de los Reyes lo llevó a retirarse de la arqueología y dedicarse de manera esporádica a la investigación. Editoriales, periódicos y hasta programas de radio buscaban entrevistarlo y escuchar de su voz la historia del hallazgo. Varias universidades le otorgaron honores, al igual que el gobierno de Egipto.
El 2 de marzo de 1939, Carter inició el camino hacia el Duat, la Región de los Difuntos. De acuerdo con la leyenda, apenas un puñado de personas asistieron a su entierro, entre las que se encontraba Lady Evelyn Carnarvon. A más de un siglo de su mayor descubrimiento, sigue siendo una fuente de inspiración para la arqueología, que gracias a su empeño y profesionalismo ha obtenido invaluable información sobre la majestuosa civilización egipcia.
Este artículo es de la autoría de Rodrigo Ortega Acoltzi, quien investiga y escribe sobre arte e historia. Puedes leer más de su trabajo aquí.
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