Bélico, sanguinario y en ocasiones bondadoso, Shiva es el dios hindú de la destrucción, la danza y la meditación. Ésta es su historia.
El tiempo no es lineal para el hinduismo. Por el contrario, según la tradición sagrada de la India, el cosmos se destruye cada 2,160,000,000 años, en el ciclo perpetuo de la vida en el Universo. A diferencia de otras tradiciones religiosas, éste no es motivo de penuria y dolor. Por el contrario, se le atribuye a la danza de Shiva: el dios de la danza que destruye para generar nueva vida.
A veces representado como un hombre azul, y otras, como un danzante de 4 brazos, la figura de Shiva consolida una de las 3 fuerzas fundamentales del Universo. Benevolente, errático e irascible, es una de las deidades más veneradas en el país desde hace más de 2 mil 500 años. Ésta es su historia.
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Aquel que danza y destruye
El culto (y el miedo) a la destrucción absoluta no es nuevo para los seres humanos. Incluso desde Mesopotamia, una de las civilizaciones más antiguas de las que se tiene registro, los panteones sagrados estaban atestados de figuras divinas que se dedicaban a destruir y traer caos. La India no está exenta de este temor histórico.
Para la tradición hindú, Shiva es ‘el Destructor’. Junto con Brahma y Vishnú, es uno de los miembros de la trimurti: las tras fuerzas fundamentales del Universo. Respectivamente, se entienden como sigue:
- Creación: representada como Brahma, un anciano sabio que originó el cosmos en el inicio de los tiempos.
- Orden: atribuido a Vishnú, el dios que regula y organiza todas las cosas que existen.
- Destrucción: a cargo de Shiva, el dios bailarín que, con sus huestes de demonios y espíritus oscuros, se encarga de devastar el Universo.
En conjunto, estos tres dioses antiguos consolidan la sagrada trinidad hindú. Conforme el culto a cada una de las fuerzas originales se asentó en el entramado cultural de la India, sin embargo, cada uno adquirió personalidades diferentes.
Por su parte, Shiva es un dios de nombres múltiples. Así como es venerado como el Destructor, también se le conoce por ser el patrón de los mendigos y bandidos. De la misma manera, según la tradición shivaísta, es el dios a quien se le revelaron todas las escrituras sagradas, conocidas como los Vedas.
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¿Qué poder tiene Shiva?
Shiva es un dios dual: así como se encarga de erradicar todo lo que existe con su ejército de demonios, también representa el arquetipo de monje ascético, documenta World History Enciclopedia:
«Shiva es también el gran asceta, que se abstiene de toda forma de indulgencia y placer, concentrándose más bien en la meditación como medio para encontrar la felicidad perfecta.»
Como un practicante asiduo de la meditación, desde su morada glacial en la cima de los Himalayas, a Shiva se le reveló gran parte del conocimiento científico y filosófico que sustenta a las escrituras védicas. Así también, en medio de un sueño meditativo, al dios se le revelaron todas posturas de yoga originales.
Así como conserva su lado oscuro, guerrero e irascible, Shiva también resplandece como una deidad fácil de complacer. Por lo cual, documenta Britannica, «entre sus epítetos comunes están Shambhu («Benigno»), Shankara («Benéfico»), Mahesha («Gran Señor») y Mahadeva («Gran Dios»).»
Varias de las historias tradicionales que protagoniza versan sobre cómo llevar una vida virtuosa para alcanzar la iluminación: el estado de conexión absoluta con el cosmos. Por lo cual, las representaciones de Shiva a lo largo de la historia podrían parecer, incluso, antagónicas:
- Un padre de familia bondadoso: junto a su consorte humana, Parvati, cuida de su único hijo, Ganesh, mientras guarda un trance meditativo ininterrumpido.
- Un ser supremo explosivo y bélico: que puede devastar familias enteras con enfermedad y miseria de no rendírsele el culto obligado.
A fin de cuentas, según narra la tradición shivaísta más radical, en el inicio de los tiempos fue él quien venció a todos los dioses del panteón hindú. Fue así, dicen sus seguidores, que se ganó el lugar como el más poderoso de todos.
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