Polémico desde su tiempo, la historia no ha olvidado a Grigori Rasputín, un místico siberiano que se adentró en la corte de los Romanov
Grigori nació en una familia común siberiana del s.XIX, sin embargo se convirtió en uno de los personajes más aclamados de la corte de Nicolás II gracias a una hazaña que prometía salvar la monarquía. Rasputín salvó la vida del zarévich Alekséi Nikoláievich, hijo de Nicolás II y Alejandra Fiódorovna. Esta es la historia de Grigori Rasputín, el místico que llegó al corazón de la corte rusa.
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Golpe de suerte
En 1869, dos campesinos de Siberia recibían a su hijo recién nacido. Seguramente no imaginaron que ese niño, proveniente de una pequeña aldea, sería uno de los personajes más importantes de la historia de Rusia.
De acuerdo con algunas de sus biografías, Rasputín fue una persona extraña desde joven. Joseph Fuhrmann cuenta en Rasputin: The Untold Story que «sus extremidades se sacudían, movía los pies y siempre mantenía las manos ocupadas. Debido a algunos de sus tics físicos llamaba la atención.»
En Siberia, la vida no era precisamente sencilla y las circunstancias llevaron a Grigori a volverse borracho y a veces hasta ladrón. Fue en uno de sus robos cuando uno de sus vecinos lo atrapó, lo golpeó y cambió para siempre su personalidad. Luego de ese suceso, Rasputín inició su camino hacia los monasterios y la vida espiritual.
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Rasputín, el místico monje siberiano
En 1892, cinco años después de casarse y formar una familia, Rasputín dejó su pequeña aldea para peregrinar con los monjes de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Durante su recorrido por el norte de Europa y Asia, las personas lo describían como una persona magnética y empezaron a formular el mito de que tenía poderes místicos.
Su paso por la Iglesia Ortodoxa incluyó su integración a los jlysti, una secta que creía llegar a la iluminación divina a través de autoflagelación y sesiones orgiásticas. La fama de Grigori como asistente a este tipo de rituales no detuvo su popularidad, la cuál llegó a los oídos de los Romanov.
Su entrada a la corte imperial rusa
Si bien los mitos sobre los poderes curativos del místico eran conocidos, la familia real no se dejaría impresionar tan fácil. El hecho que hipnotizó al zar y la zarina fue el rescate de Alekséi Nikoláievich, su pequeño hijo que padecía de hemofilia. Por meses, intentaron diversos tratamientos médicos sin éxito. Rasputín los convenció de cesar todo tipo de medicina y dejar en sus manos la salud del infante. Hasta la fecha, no se sabe qué fue lo que hizo el místico para salvar al niño heredero pero funcionó. Alekséi vivió una par de años más, hasta que fue asesinado por la Revolución Rusa de 1917.
Después de tener la confianza de la familia imperial, Rasputín fue el consejero espiritual de muchas otras personas de la corte. Para las personas del pueblo, esto fue revolucionario pues una persona que tenía un origen común estaba entre las personas más influyentes de Rusia. Por otro lado, los nobles despreciaban este origen.
La profecía de Rasputín
Sobre su propio final, Rasputín auguró que el imperio Romanov moriría con él. El monje escribió:
«Si soy asesinado por simples ladrones de los campesinos rusos, el zar Nicolás no debería temer por su destino, y los descendientes de los Románov reinarán cien años y más. Sin embargo», agregó, «si el asesinato es cometido por nobles, parientes del zar, entonces el futuro de Rusia y la familia imperial será terrible. Los nobles huirán del país, y los parientes del zar no estarán vivos en dos años.»
Pese a el aprecio de los emperadores, muchas personas de la corte lo despreciaban. Por ello, las amenazas de muerte no fueron pocas y tampoco los atentados en contra de su vida y varias veces se salvó. Miembros de la corte intentaron envenenarlo pero no funcionó, por lo que terminaron disparándole para terminar con su vida un 30 de diciembre de 1916. Su cadáver fue lanzado al río Neva y se recuperó hasta enero de 1917, dos meses antes de que la Revolución Rusa acabara con el imperio de los Romanov y con toda la familia real.
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