Los muertos eran enterrados con tesoros egipcios que les facilitaban el tránsito hacia el más allá. Amuletos protectores, papiros y sirvientes los acompañaban en su travesía.
Los antiguos egipcios honraban la creencia en la vida después de la muerte mediante la cuidadosa selección de tesoros funerarios depositados junto a los difuntos. Estos objetos desempeñan un papel crucial para facilitar el tránsito de los muertos hacia el más allá. Amuletos mágicos, como el escarabajo, ofrecían protección, mientras que las joyas y elementos de valor simbolizaban la riqueza necesaria en la otra vida. Los rollos de papiro con escrituras sagradas proporcionaban guía espiritual, para asegurar una transición exitosa al reino de los muertos, donde el alma podía disfrutar de la eternidad.
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Instrucciones para navegar en el más allá
En los entierros egipcios se han encontrado textos funerarios, ahora conocidos como El Libro de los Muertos. Este integra fórmulas mágicas y oraciones para guiar al difunto a través de trances y obstáculos tras la muerte. Su objetivo es asegurar que alcance el más allá, evitando así una segunda muerte y la extinción. A menudo, los textos describen lo que los egipcios creían que encontrarían en su viaje, incluyendo la ceremonia del pesaje del corazón, donde las acciones se evaluaban con la pluma de la diosa Maat, asociada con la justicia.
Pero en su peregrinación para llegar al reino de Osiris, los muertos no viajaban solos, en sus tumbas eran acompañados por estatuillas funerarias, muchas veces cientos de ellas, llamadas ushebtis o shabtis que representaban a sirvientes dispuestos a cumplir las tareas del difunto en el más allá. Los egipcios creían que estos objetos eran esenciales para asegurar una travesía exitosa, donde el alma podía disfrutar de la eternidad. Los sirvientes llevaban inscrito el nombre de su amo y una letanía para darles vida.
Los vasos canopos eran otros de los tesoros egipcios para preservar la vida después de la muerte. Estos estaban destinados a contener los órganos internos de los muertos y aseguraban la preservación del cuerpo. Cada órgano extraído, como pulmones, hígado, intestinos y el estómago, tenía su propio recipiente, los cuales eran protegidos por los cuatro hijos del dios Horus. La lengua fue una parte del cuerpo que fue sustituida por otra oro en algunos entierros (332 a. C. a 395 d. C.). Las hipótesis sobre este ritual señalan que los egipcios creían que la carne de los dioses era de oro y que reemplazarla podía permitir que los muertos hablaran en el más allá.
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Escarabajos entre los tesoros egipcios
En los papiros fúnebres, los escarabajos aparecen como protectores del corazón de los muertos. Los egipcios colocaban uno a la altura del corazón del cuerpo momificado. La figura del insecto se tallaba en piedra verde y su propósito principal consistía en garantizar que el corazón del difunto no acusara al fallecido durante el juicio, evitando así la revelación de los pecados cometidos.
Los escarabajos también han aparecido en pinturas, cosidos y grabados en las tumbas, al igual que los amuletos de ojo de Horus, ofrecían protección y guía espiritual. «Los egipcios creían que el escarabajo sagrado era lo que movía el sol a través del cielo, de manera muy parecida al escarabajo movía una bola de estiércol en la arena», dijo a Live Science Gene Kritsky, profesor emérito de biología en la Universidad Mount St. Joseph.
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Una tumba con pinturas, joyas y dioses
Las tumbas de los antiguos egipcios ricos a menudo incluían pinturas murales, donde los artistas representaban retratos de los difuntos, sus familiares, dioses venerados, y personas llorando su muerte. Estas obras podían expresar su devoción religiosa. Además, en algunos entierros se colocaban estatuas, posiblemente representando a las deidades, además de joyas, como collares, anillos y broches, la sofisticación aumentaba según la riqueza del individuo.
Algunas tumbas incluso albergaban barcos y momias de animales, posiblemente las mascotas amadas enterradas para acompañar a sus dueños en la otra vida.
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