En todas las culturas del planeta, el cuerpo es parte de la concepción del mundo. Desde los tatuajes que mostraban las etapas de vida en una mujer de Papúa Nueva Guinea, hasta la ceremonia andina del primer corte de cabello. Sin duda, las trenzas africanas también son un elemento histórico.
El cabello ha sido símbolo y medio de expresión identitaria por milenios. Trenzas como las cornrows aparecen desde el 3,000 a.C. en pinturas de la meseta de Tassili, situadas en el desierto del Sahara. Su importancia cultural ha vuelto de su uso un debate: ¿Es apropiación cultural llevar trenzas o cornrows?
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En los últimos años, el tema se ha complejizado y discutido ampliamente en redes sociales. Las posturas se dificultan cuando la mujeres con raíces africanas afirman que el cabello no son sólo es una extremidad; es un arma para la resistencia. El largo, la forma de peinarlo e incluso qué químicos usan en su cabeza, nos hablan de la identidad y la postura política con la que cada una se identifica. Para algunas es más sencillo alaciarlo y no sufrir de discriminación; para otras levarlo al natural es un asunto de derechos humanos.
Aunque es difícil encontrar bibliografía al respecto, existen historias que aseguran que las mujeres afroamericanas esclavizadas se comunicaban por medio del cabello. Estos testimonios ha logrado sobrevivir a lo largo de los años gracias a la tradición oral. Sin embargo, al provenir de comunidades cuyo acceso a la escritura era limitado, el registro en textos históricos es prácticamente nulo.
En una entrevista para el Washington Post, Asprilla Garcia, trenzadora profesional colombiana, asegura que las cornrows eran un medio para transmitir mensajes. Para decirle a las demás que era momento de escapar, usaban apretadas trenzas, pegadas al cuero cabelludo y atadas como en forma de rosca en la parte superior de la cabeza.
“Otro de los estilos tenía trenzas curveadas, pegadas a sus cabezas. Las trenzas curveadas representaban las rutas de escape,” cuenta Garcia. “Entre las trenzas también guardaban oro y escondían semillas, las cuales, a la larga, les ayudaban a sobrevivir una vez que habían escapado.”
Aunque negar la historia es imposible, la transformación de herramientas de supervivencia en símbolos de identidad demuestra la larga herencia detrás de algo que parecería tan cotidiano como la forma de arreglarse el cabello.
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