El conquistador Hernán Cortés fue protagonista de un insólito recorrido funerario tras su muerte. Sus restos fueron enterrados y exhumados en múltiples tumbas.
En el corazón de la Ciudad de México, en uno de los muros de la iglesia de Jesús Nazareno, se encuentra la tumba de Hernán Cortés. Este lugar fue la última morada del famoso conquistador español, cuyos restos fueron enterrados y exhumados en múltiples ocasiones en México y España. Aunque su ubicación estuvo mucho tiempo en el anonimato por motivos políticos e históricos, hoy sabemos que descansan en este templo, construido por orden del propio Cortés.
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Los viajes de Cortés después de la Muerte
Hernán Cortés murió el 2 de diciembre de 1547 en Castilleja de la Cuesta, España. Su fallecimiento ocurrió lejos de las tierras que conquistó para la Corona española y donde había solicitado ser enterrado. Tras su muerte, lo sepultaron en la iglesia de San Isidoro del Campo, cerca de Sevilla, lo que marcó el inicio de un periplo inusual para sus restos.
Los restos de Hernán Cortés descansan en la iglesia de Jesús Nazareno, ubicada en República de El Salvador 119, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Los documentos históricos mencionan que el explorador fue enterrado entre siete y nueve veces en iglesias y templos. A lo largo de este recorrido, sus restos cruzaron océanos y fueron objeto de exhumaciones.
En San Isidoro del Campo, la tumba fue cambiada de lugar dentro del mismo recinto. Casi dos décadas después, en 1566, los restos fueron trasladados a México, para cumplir el deseo de Cortés de descansar en el territorio que conquistó. Allí, en 1629, se inhumaron en el templo de San Francisco en Texcoco. Sin embargo, este lugar no sería su descanso final.
Una vez en México, sus descendientes decidieron trasladar los restos a un sitio aún más honorable: la Ciudad de México, la capital construida sobre la antigua Tenochtitlán. En 1794, enterraron al explorador en la iglesia de Jesús Nazareno, donde permaneció varios años hasta que lo exhumaron nuevamente para reubicarlo en otro lugar dentro de la misma iglesia y, posteriormente, para ocultarlo.
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La tumba final de Hernán Cortés
Los viajes de Hernán Cortés después de su muerte no solo reflejan los cambios políticos y sociales, sino también la compleja relación que tanto España como México mantienen con el legado del conquistador.
Tumba de Don Hernán Cortés de Monroy y Pizarro, (1485-1547).
Iglesia de Jesus nazareno, República de El Salvador y Avenida José María Pino Suárez, centro histórico de la ciudad de México. pic.twitter.com/eU8xqKjZ6t— Enrique Sandoval (@enrisandomtz) March 23, 2024
Con la llegada de la Independencia de México, el contexto político cambió drásticamente, y la figura de Cortés se volvió controvertida. En 1823, ante el temor de que sus restos fueran profanados, se exhumaron y ocultaron en secreto. En este periodo se cree que permaneció enterrado en los sótanos de la iglesia y, otras historias cuentan que llegaron hasta Italia, aunque no hay prueba de ello.
Finalmente, en 1836, los restos de Cortés se reubicaron dentro del mismo recinto religioso, en una nueva urna en una de las paredes. Más de cien años después, los restos fueron sacados a la luz durante trabajos de restauración en 1946. Un año después, en 1947, colocaron los restos en un nicho discreto dentro de la misma iglesia y su ubicación fue marcada con una placa.
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