Las túnicas han protegido del calor sofocante a generaciones enteras de beduinos que se internan en el desierto para vivir.
Durante varios siglos, las túnicas vaporosas de los beduinos han atravesado el desierto caliente en medio de arenas movedizas, zancadas de camellos y crías de ganado.
Agrupados en familias, clanes y tribus, los moradores del desierto se desplazan constantemente en busca de agua y pasto, para preservar la tradicional crianza del ganado y la cultura pastoral, la cual es eje de su economía.
El nombre de estas tribus nómadas proviene del árabe bedaui, bedu o badawi, que significa habitante o morador del desierto. Se refería generalmente a los nómadas del desierto de Arabia, el Negev y el Sinaí. Aunque también existen asentamientos importantes en Jordania, Libia, Marruecos, Catar, Arabia Saudita, y otras regiones de Oriente Próximo, la península arábiga y el norte de África.
Túnicas en el desierto
Las sociedades beduinas evitan el asentamiento y prefieren los campamentos que les permiten atravesar el desierto. Las unidades que conforman migran en los meses de primavera y verano, y buscan a parientes cercanos en el invierno. Sin importar la estación del año, la vestimenta de esta cultura se mantiene intacta.
Las túnicas de colores variantes, dependiendo el grupo y la región, es la vestimenta tradicional que han preservado mujeres, hombres y niños. Estas ropas cubren el cuerpo entero, con mangas largas hasta las muñecas; las manos, los pies y la cara quedan descubiertas.
Los beduinos suelen colgar amuletos en sus ropas y alrededor del cuello, como forma de protección ante sus travesías grupales o en el caso de los viajeros solitarios.
Contrario a lo que se pudiera pensar en occidente, las túnicas beduinas poseen cualidades que las hacen frescas para el desierto, sin importar si son negras, blancas o de cualquier otro color. En los años ochenta una investigación reveló información sobre este tipo de ropa que ha permitido a generaciones enteras resistir a las altas temperaturas.
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Una investigación en medio del desierto
Richard Taylor y Virginia Finch de la Universidad de Harvard, y Amiram Shkolnik y Arieh Borut de la Universidad de Tel Aviv, investigaron de forma empírica si las túnicas negras ayudaban a los beduinos a minimizar las cargas de calor en el desierto caluroso.
El estudio consistió en cuatro sesiones con cambio de ropa: un voluntario se colocó a pleno sol en el desierto con una túnica beduina negra, una blanca, un uniforme militar y, por último, con unos pantalones cortos.
Para sorpresa, los resultados mostraron que las túnicas tradicionales produjeron un enfriamiento por convección a lo largo de todo el cuerpo. Al ser anchas, permiten que los moradores en el desierto permanezcan más frescos que una persona sin ropa, gracias a que el aire circula entre la tela y la piel.
El grosor del tejido también favorece la absorción de la temperatura y evita que llegue a la piel, además de que el calor que soporta no varía a partir del color.
«La cantidad de calor ganado por un beduino expuesto al desierto caliente es el mismo si viste una túnica negra o blanca. El calor adicional absorbido por la túnica negra se perdió antes de que llegara a la piel”, fue parte de las conclusiones.
Durante las tareas de pastoreo o en el tránsito hacia otras zonas, llevar túnicas incrementa la retención de líquidos corporales, también los protege de la arena y aumenta la temperatura corporal.
El clima en el desierto no solo es extremo durante el día, hacia la noche las temperaturas bajan y la misma tela que los protegió de los rayos del sol, los cobija del frío helado.
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