Los cementerios son una fuente inagotable de conocimiento: no hay detalle que no pueda brindar un vistazo a otra época. Sin embargo, en México aún son percibidos como espacios macabros, nostálgicos y solemnes. Por lo que, a pesar de que se transformen en un lugar de fiesta durante los últimos días de octubre y los primeros de noviembre, la mayoría del tiempo no son espacios se suelen frecuentar.
Texto: Marissa Espinosa
En un país con siglos de tradiciones católicas, y aún más de costumbres prehispánicas que celebran la muerte, parece poco normal que cada vez más se diluya la práctica de visitar el camposanto cada Día de Muertos y velar toda la noche a los seres queridos que ya partieron. Sin embargo, la norma es que cada vez son más los panteones que cierran en punto de las seis de la tarde (2 am, durante la festividad) y solo permiten el ingreso de los lugareños con familiares enterrados.
Así como cada lápida en los cementerios puede proveer fechas, estatus socioeconómico, enfermedades y hasta conocer si un lote es a perpetuidad (hoy, los sitios de entierro solo albergan cuerpos durante siete años debido a la saturación), también nos platica porqué los cuidadores y administradores prefieren tenerlos cerrados.
El vandalismo ocasionado por el morbo y el sincretismo que da pie a ciertas prácticas espirituales han originado el deterioro de estos espacios; algunas personas toman como “suvenires” pedazos de lápida en incluso entierran objetos relacionados con la brujería, además de la basura que daña estos espacios.
Aunque no todos los cementerios históricos del país pueden visitarse, continúan siendo una ventana de la cultura mexicana y un aliciente para conservar ese pedacito de tradición.
Por ello, te invitamos a conocer un poco más de los panteones más bellos y famosos de México que esperan la llegada de las ánimas este Día de Muertos.
Panteón Francés de la Piedad
- Ciudad de México
Rodeado por cuatro avenidas de gran afluencia y entre dos colonias céntricas de la capital –una popular y otra gentrificada–, el lugar de último descanso de personalidades como Chespirito, María Félix y el expresidente Manuel Ávila Camacho alberga unos 200 años de historia capitalina.
Creado originalmente para la comunidad francesa, suiza y belga que radicaba en el país a finales del siglo XIX, pronto la sociedad porfirina acaudalada comenzó a comprar terrenos debido a la belleza arquitectónica del lugar, así como por sus nichos y esculturas. Por lo que una segunda sucursal abrió cuando el espacio se acabó, en 1940.
Aunque las leyendas de apariciones no faltan –como cirios que se prenden solos en la noche y una niña fantasma captada por el programa Incógnito–, las amenazas que sí enfrenta el panteón son el vandalismo –tanto para depositar brujería dentro de las tumbas o tomar pedazos de las mismas– y el estado deteriorado de la capilla del Sagrado Corazón, la cual dejó de celebrar servicios religiosos y recibir un pequeño mercado tras dañarse en el sismo de 2017.
Por ello, a diferencia de otros cementerios privados, el recinto permanece vigilado 24 horas al día y es difícil de accesar si no tienes familiares que visitar.
Panteón Civil de Dolores
- Ciudad de México
Las 678 hectáreas del bosque de Chapultepec no solo albergan ocho museos, un zoológico, monumentos, auditorios y un lago, sino que son lo suficientemente amplias para albergar el panteón más grande de la capital, el Civil de Dolores. Abierto en 1875, en lo que antes eran terrenos fuera de la capital, lo novedoso del predio era que su administración no era religiosa –como se acostumbraba en los cementerios de la época–, por lo que personas de cualquier fe podían descansar aquí hasta la eternidad.
Más de 130 años después, los atractivos del lugar incluyen mausoleos elegantes y lápidas enrejadas para evitar que se dañen.
El panteón alberga las tumbas de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y otros personajes mexicanos notables en la Rotonda de los Hombres Ilustres –creada por mandato del expresidente Sebastián Lerdo de Tejada– y cuenta con 23 lotes de uso exclusivo que incluyen el de Las Águilas Caídas del Escuadrón 201, el de los actores del ANDA –donde reposa Lupe Velez– y la sociedad de alumnos del Colegio Militar. A diferencia de otros recintos mortuorios capitalinos, este es de los únicos donde se puede acceder libremente y pasear hasta la hora del cierre.
Panteón de San Juan Tlihuaca
- Ciudad de México
La glorieta de los Ahuehuetes, en Azcapotzalco, anuncia la entrada al colorido pueblo de San Juan Tlihuaca, el barrio más grande de esta alcaldía.
Con tradiciones que datan de hace casi medio siglo, como las ofrendas prehispánicas halladas en la zona, este pueblo es conocido como un centro de hechicería y magia negra; de hecho, su nombre en náhuatl significa “donde está lo negro”.
Durante las celebraciones de Día de Muertos, la entrada al panteón –ubicado entre la calzada de San Isidro y la calle General Lucio Blanco– se decora con flores, calaveras y la especie insignia de Azcapotzalco, una enorme hormiga roja. En el interior, la zona para adultos recibe flores, comida y veladoras, mientras que la dedicada a los niños se llena de juguetes, globos y golosinas.
Se dice que, después de medianoche, se aparece afuera de este enorme camposanto una pequeña niña que murió en un accidente automovilístico, pero que solo la ven aquellos que manejan con algunas copas encima. Debido al asombro que provoca, algunos han terminado como ella.
Panteón Inglés
- Mineral del Monte, Hidalgo
Hace menos de dos siglos, un puñado de mineros ingleses provenientes de Cornuales llegaron a esta zona boscosa de Hidalgo –hoy parte del turístico Corredor de la Montaña– para explotar las minas. Sin embargo, insertarse en otra cultura no fue sencillo, y diferencias como la religión hicieron necesaria la creación de uno de los sitios más emblemáticos del pueblo en 1862: el Panteón Inglés.
Con vistas al Pueblo Mágico, detrás de un enrejado de hierro y bajo la sombra de oyameles, las peculiaridades del lugar saltan a la vista entre sus 755 tumbas que pertenecen a ingleses o sus descendientes; todas están orientadas hacia Inglaterra a excepción de la más famosa que, según la leyenda, pertenece al payaso Richard Bell y mira de manera simbólica al lugar donde tuvo éxito como artista.
Actualmente, cualquier inglés puede ser enterrado en 10% del terreno que no está ocupado y se pueden visitar lápidas que datan de 1834 (colocadas antes de la apertura del lugar), además de un jardín con flores típicas de Cornualles. Aunque este espacio cierra a las cinco de la tarde todos los días, ocasionalmente hay actividades como tours de leyendas por las noches que permiten darle un vistazo rápido a esta joya cultural hidalguense.
Cementerio General
- Mérida, Yucatán
El negocio del henequén –fibra natural con la que se fabrican la hamacas– permitió que la península de Yucatán floreciera y se llenará de haciendas y casonas dignas de la realeza. A finales del siglo XIX, una de ellas fue elegida para albergar el camposanto de Mérida y, desde entonces, es conocida como el Cementerio General.
A diferencia de la capital, esta provincia tiene una relación distinta con el terreno y, cuando acaban las celebraciones de Día de Muertos –que incluyen obras de teatro, rodadas en bicicletas y altares en el antiguo casco de la hacienda–, permite la entrada a vecinos y curiosos para disfrutar de recorridos de leyenda gratuitos todos los miércoles para conocer las partes más bellas del lugar, como los mausoleos familiares en la avenida principal y la Rotonda de los Hombres Ilustres de Yucatán.
Aquí descansa el exgobernador Felipe Carrillo Puerto, reformador y visionario quien fue fusilado dentro del cementerio el 3 de enero de 1924 y que, cuenta la leyenda, estuvo enamorado de la periodista estadounidense Alma Reed, quien al morir fue enterrada frente a la tumba de su amado.
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