Enclavada en Antigua, la anterior capital de Guatemala, el hotel Casa Santo Domingo es un hospedaje donde la historia se une con el presente.
Arcos de piedra, fuentes antiguas y paredes reconstruidas son algunas de las características que saltan a la vista en cuanto ingresas al hotel Casa Santo Domingo. Y es que este hospedaje tiene los mismos años de vida que la anterior capital de la nación centroamericana, y cada muro que lo compone está ligada de manera íntima con la historia de la ciudad.
Texto: Marissa Espinosa Gutiérrez
Originalmente pensado como un convento, finalizó funciones en 1773, fecha en que el terremoto de Santa Marta azotó Antigua y dañó la estructura del recinto. En los siglos venideros, el terreno donde se alzaba fue seccionado y vendidos, dejando soterrado tanto muros como detalles arquitectónicos del lugar.
Fue solo hasta las segunda mitad del siglo XX que un arqueólogo estadounidense compró una parte del terreno y comenzó las excavaciones para restaurar algunos elementos del convento.
Esta labor cambió de giro cuando la propiedad fue adquirida por un inversor guatemalteco quien, con la ayuda del arquitecto Amérigo Giracca, no solo rescató los elementos que aún estaban en pie, sino que lo convirtió en un alojamiento de lujo que converge con la historia en cada espacio y detalle desde 1991.
Inicialmente con 24 habitaciones, el restaurante en la anterior bóveda conventual y el lobby, el hotel continuó comprando fincas aledañas con el propósito de rescatar la totalidad de las ruinas del convento.
Esto expandió el predio y dio lugar a las actuales 130 habitaciones, además de añadir la piscina, los jacuzzis y otras amenidades, cada uno de ellos adecuado a los espacios del convento o con motivos coloniales rescatados en la restauración, como arcos y fuentes.
Así mismo, desde la habitación estándar hasta la máster suite, cada habitación te transporta a los tiempos de la colonia.
Cada mañana es como despertar en una hacienda debido a que el diseño de Casa Santo Domingo retoma la estética novohispana, con mobiliario hecho de madera de tala sustentable y textiles chapines, en un cuarto con las comodidades del siglo XXI, sin mencionar los jardines que cada habitación puede disfrutar desde su terraza o como mismo patio trasero.
Pero las maravillas que esconden estos muros no paran aquí. Para quienes gustan de las actividades al aire libre, el hotel cuenta con un área para practicar canopi, mientras que su spa espera a quienes buscan relajación tras largas caminatas entre los volcanes y el pueblo, con masajes, aromaterapias y sauna.
Por su parte, quienes deseen aprender más de este país rico en tradiciones pueden disfrutar de una colección privada en Casa Santo Domingo con los objetos suficientes para dar lugar a siete museos:
- Museo Colonial
- Museo Arqueológico
- Sala del artista
- Museo de Arte Precolombino y Vidrio Moderno
- Sala Marco Augusto Quiroa
- Museo de la Plata
- Museo de la Farmacia
Lo bueno de las maravillas de este lugar es que también se pueden degustar deliciosas opciones gastronómicas.
Una excelente opción es el restaurante Refectorio del Prior, a cargo del chef Mario Campollo. Abierto durante todo el día se puede degustar de un menú buffet o comida a la carta bajo la bóveda decorada con enredaderas y plantas del lugar. Además Los Chuchos del Cerro es otro restaurante ubicado en el cerro de Santo Domingo –propiedad del hotel– te espera los fines de semana con una cocina gourmet que involucra frutas y vegetales «del huerto a la mesa».
Hospedarte en Casa Santo Domingo no solo te empapa de historia y relajación, sino que apoyas el turismo sustentable, ya que el hotel –con certificación– se ocupa del tratamiento de agua, el ahorro de energía y el reciclaje de basura. Sobran motivos para descansar aquí, pero uno de los estrella es el apoyo a la economía local, ya que los más de 450 empleados del hotel participan en una cooperativa que fabrica las velas, cerámica, azulejos e incluso en los alimentos de la cocina; lo mejor es que el público en general puede adquirirlos.
Así, visitar Santo Domingo es explorar una gran parte de Antigua, una ciudad congelada en el tiempo, en donde los contrastes de lo moderno con la historia se unen para dar espacio a la comodidad y el lujo.
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