En medio de la crisis sanitaria que tan brutalmente ha golpeado la ciudad de Nueva York, llega la esperada fecha del aniversario 150 del Museo Metropolitano de Arte, conocido mundialmente como MET.
Texto: Maite Basaguren
La legendaria institución enciclopédica, tan querida por los neoyorquinos, cuenta con una historia de siglo y medio de coleccionar, salvaguardar y exhibir obras de arte de los más afamados artistas de todas las civilizaciones.
Hoy, hace 150 años, el MET empezó con una idea y sin ninguna obra de arte que exhibir, ni un edificio donde colgarla.
En 1870, un grupo de empresarios, coleccionistas, artistas y filántropos, pensó que Nueva York necesitaba un museo de la talla de los mejores de Europa. Por lo que, su visión y determinación resultó en un espacio en Central Park, sobre la Quinta Avenida, que alberga bajo un mismo techo 5,000 años de historia.
La evolución del museo va de la mano con la de la ciudad.
Esto es porque el MET para algunos ha sido un puerto de consuelo, alivio, alegría e inspiración aun en las circunstancias más difíciles por las que, a lo largo de los años, ha atravesado Nueva York.
Hoy es uno de esos momentos, y así como miembros muy queridos de la comunidad del mundo del arte han sido afectados de manera fatal por este nuevo virus, que también nos afecta a todos, trabajadores del MET, desde curadores hasta guardias, continúan colaborando para aligerar el peso de la crisis en la institución.
En 1880, después de haber peregrinado por un par de mansiones en el bajo Manhattan, el MET abrió las puertas de la emblemática estructura que hoy ocupa el número 1000 de la Quinta Avenida, en un estilo que se le conoce como Renacimiento Gótico.
Desde entonces, el museo ha crecido mucho y de forma orgánica. Al edificio original se le han ido añadiendo nuevas estructuras en estilos diferentes y variados, desde arquitecturas neoclásicas hasta la construcción de la monumental Lehman Wing. De igual manera ha crecido la colección.
Desde el siglo XIX hasta hoy, la institución ha tenido la oportunidad de adquirir y multiplicar de manera exponencial sus obras de arte. Por lo que, por las galerías del MET se puede viajar por el tiempo y la historia a través del arte.
Si bien es cierto que la institución ha crecido, que la colección se ha multiplicado, y que la estructura se ha doblado en metros cuadrados varias veces, dentro de toda la belleza que alberga el Met, es imposible dejar de notar que es una institución que sabe a vieja. No necesariamente por sus 150 años, sino por su perspectiva y su acercamiento al arte.
Su fachada de templo clásico, sus espacios palaciegos y su agenda Eurocéntrica, hace que no todos nos veamos identificados o representados en este lugar.
En una ciudad con casi 3 millones de hispanos no deja de ser ofensivo que las culturas prehispánicas como la maya, azteca o zapoteca o inca, por nombrar algunas, se alojen en una sala que lleva por nombre «Arts of Africa, Oceania, and the Americas», «Artes de África, Oceanía y las Américas» en español, es decir, todos los demás no occidentales.
Al llegar al museo, tras subir las escaleras que llevan a la puerta principal, el visitante se encuentra en un enorme vestíbulo diseñado por Richard M. Hunt, en estilo Beaux-Art, del lado derecho están las galerías del arte egipcio, del izquierdo Grecia y Roma y de frente las enormes escaleras palaciegas que te conducen a las salas de arte europeo.
La arquitectura del MET grita cuál es su agenda y donde residen los valores de la institución.
Después de casi 20 años de vivir en Nueva York y miles visitas al museo, sigo esperando el momento de que el MET preste oídos a una sociedad que exige instituciones inclusivas, que rechace la misoginia, y los prejuicios raciales.
Hace 150 años un grupo de hombres blancos, de clase social alta y buena posición económica crearon una institución de arte de acuerdo con su momento histórico y que tristemente ha avanzado muy poco en su ideología.
Si esos mismos hombres hoy revivieran, después de siglo y medio, encontrarían un mundo completamente diferente, no así su institución que ha quedado un tanto congelada en el tiempo, habiendo dejado pasar valiosas oportunidades de actualizarse al mundo de hoy.
Es justo decir que ante una sociedad que cada vez presiona más fuerte el MET ha ido abriendo la puerta a pequeños cambios. Sin embargo, hay mucho más que se debe hacer para que todo el mundo encuentre un lugar en el museo y el museo sea un lugar para todo el mundo.
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