Son el paraíso de los deportes náuticos. Enclavadas en el corazón mismo del Caribe, las Islas Vírgenes Británicas resultan el sitio ideal para realizar todo tipo de actividades acuáticas, desde aquellas tradicionales, como buceo o surf, hasta las más novedosas y menos convencionales, como kiteboarding o paravela.
Texto: Chino Albertoni
Acariciadas siempre por vientos suaves y con temperaturas de aproximadamente 30 °C casi constantes, el archipiélago se ha transformado en los últimos años en el lugar más buscado por decenas de miles de apasionados de los mares que llegan desde todos los rincones del mundo.
«Este destino es como un fantástico mosaico de naciones, con gente que habla idiomas distintos pero que tiene la misma pasión por el mar”, señala Mary Jo Ryan, una estadounidense que desde hace largo tiempo es manager del Bitter End Yacht Club, un resort convertido en un emblema de las Islas Vírgenes Británicas por su enorme oferta de actividades náuticas.
Tórtola, la mayor del conjunto y también la más habitada, tiene en su extremo suroeste la famosa Long Bay, cuyas olas magníficas de tonos azules irreales son casi una meca para los mejores surfistas del mundo.
No tan grande como Tórtola, y mucho menos poblada, la isla Virgen Gorda cuenta con varias bahías perfectas para navegar en los catamaranes que se alquilan por 450 dólares diarios, con capitán y chefs incluidos.
Y Anegada, una isla absolutamente llana cuyo perfil apenas se asoma sobre la superficie del agua, ofrece la estridentemente colorida barrera de coral de Horseshoe, la cuarta mayor del planeta y un sueño cumplido para cualquier amante del buceo o que guste del snorkeling.
“Si estas en busca de una actividad o algo especial para disfrutar el mar, seguramente lo podrá encontrar en las Islas Vírgenes Británicas”, asegura Andrea Starkey, asistente del exclusivo complejo turístico de Guana Island. Esta es una pequeña isla de propiedad privada con siete playas de arena inmaculadamente blanca y un bosque tropical que constituye una reserva natural.
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Ir de una costa a otra toma apenas unos minutos, por lo que la típica postal del archipiélago es la de cientos de yates y veleros serpenteando en un mar siempre calmo.
“Las buenas condiciones para navegar están garantizadas durante todo el año, porque la gran cantidad de islas que forman el conjunto protege las aguas de los oleajes fuertes y permite una navegación muy sencilla, aun para los más inexpertos”, indica Matthew Siegel, actual director de operaciones del Bitter End Yacht Club.
Ubicado en la costa noreste de Virgen Gorda, este club siempre tiene sus muelles invadidos de veleros y yates que conviven con lanchas, kayaks y tablas de todo tipo, desde las lentas y ociosas para paddle board hasta las más vertiginosas para kitesurf y windsurf. “Tenemos programas de actividades náuticas para todos los gustos y edades”, dice Siegel.
No lejos del Bitter End Yacht Club, y también frente a las costas del noreste de Virgen Gorda, se encuentra Chikuzen, un barco japonés hundido en una zona de arenas al que siempre merodean verdaderos ejércitos de barracudas, rayas de espina, peces espada, tiburones nodriza y colosales meros guasa de casi 400 kilos.
Pocos lugares en el mundo resultan tan atractivos para el buceo como las Islas Vírgenes Británicas.
Hay muchos lugares de alojamiento de gran nivel, algunos de ellos especializados en actividades marinas, como el Bitter End Yacht Club, de Virgen Gorda. Otros tienen la particularidad de estar ubicados en islas privadas, como el muy exclusivo Resort & Spa de la isla de Peter0 o el no menos suntuoso complejo de la isla de Guana. Estos lugares ofrecen opciones especiales para sus huéspedes en materia de actividad náutica.
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