La Zona Arqueológica de Mixcoac, importante testigo de la vida prehispánica en la Cuenca de México, con evidencias de ocupación desde la época teotihuacana hasta la mexica, se integró este fin de semana a la Red de Zonas Arqueológicas abiertas al público, bajo resguardo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), sumando 194 sitios ―de diferentes culturas y temporalidades―en el país.
La Zona Arqueológica de Mixcoac es la quinta en abrir sus puertas en la Ciudad de México junto con Templo Mayor, Tlatelolco, Cerro de la Estrella y Cuicuilco.
La apertura del sitio, encabezada por el director general del INAH, el antropólogo Diego Prieto Hernández, y el alcalde de Benito Juárez, Santiago Taboada Cortina, fue también el marco para reconocer la labor del arqueólogo Roberto Gallegos, responsable del proyecto académico de este lugar, cuyo trabajo continuo es un parteaguas para la investigación, conservación y difusión de la Zona Arqueológica de Mixcoac.
Prieto expuso la diferencia entre las zonas arqueológicas que no son visitables, las cuales existen y están ahí porque los siglos las han preservado, y las que están abiertas a la visita pública.
«Que tiene un área de atención a visitantes, un horario, que cuenta con un centro de interpretación o, si es posible, un museo de sitio. Es decir, que ofrece las condiciones mínimas para una visita adecuada y comprensible, porque queremos que la gente entienda los sitios y que no solo se encuentre con montículos”.
El titular del INAH comentó que el Instituto está ocupado en que las zonas arqueológicas de México se conserven y se cuiden, pero también se difundan, se comprendan y se disfruten, “por eso en los últimos años hemos seguido abriendo sitios arqueológicos a la visita pública, con mucho cuidado, porque una zona no supone solamente abrir una reja, requiere que haya atención, servicios educativos, custodia, trabajo de protección. Hace pocas semanas abrió Cerro de las Ventanas, en Zacatecas, y ahora Mixcoac, el segundo en lo que va de 2019”.
Esto es porque mide siete mil 200 metros cuadrados. Por lo que, es como una flor en medio del asfalto, en tanto que se encuentra, prácticamente, incrustado a un costado del Periférico, rodeado de casas habitación y vialidades.
En su intervención, el alcalde Santiago Taboada dijo que es un privilegio contar con esta zona en Benito Juárez y agradeció al INAH por el trabajo especializado para preservarla.
La labor de la arqueología, agregó, “a veces no se reconoce como debería; en el mundo de la inmediatez y la novedad, pocos se detienen a buscar los rastros de nuestras raíces, a investigar con paciencia, como Roberto Gallegos, cuya tarea devolvió la dignidad del pasado a su sitio, y dotó de un nuevo significado la historia de la pirámide que resiste en la esquina de San Antonio y Periférico”.
Mixcoac, cuyo nombre en náhuatl significa “donde se venera a la serpiente de nubes”, data de la época teotihuacana (400-600 d.C.), pero los vestigios que son visitables hoy en día pertenecen a su ocupación mexica (900-1521 d.C.).
En la actualidad, solo se conserva una pequeña parte del asentamiento prehispánico, correspondiente a su última etapa. Los vestigios de las edificaciones, los cuales han sido parcialmente restaurados y podrán ver los visitantes, son: Pirámide dedicada al dios Mixcóatl, Plataforma Oriente y edificios anexos, Patio Central, Plataforma Poniente y su plaza ceremonial; y Cuartos habitacionales de adobe.
Durante un recorrido de prensa, previo al acto oficial de apertura, se explicó que este importante sitio prehispánico ha sido investigado por más de un siglo. La primera descripción de los vestigios se hizo en 1916, por el historiador Francisco Fernández del Castillo, quien denominó al sitio como Mixcoac, al identificar el topónimo de “La serpiente de nubes” en el Mapa de Uppsalao de Santa Cruz, elaborado en 1550.Posteriormente, en 1920, el arqueólogo Eduardo Noguera, por designación de Manuel Gamio, entonces director de Monumentos Prehispánicos, encabezó la primera excavación arqueológica para estudiar el gran montículo que era visible en el paraje al sur de Tacubaya, y que era conocido como “el teocallide San Pedro de los Pinos”.
Por lo que, a partir de 1961, cuando la construcción del Anillo Periférico ocasionó que gran parte del basamento quedara debajo de la vialidad, por lo que era importante salvaguardarlo.
La información con la cual se cuenta y que ha ayudado a entender la ocupación humana del sitio y la región, deriva de las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo durante la construcción de la Línea 7 del Metro, particularmente de la estación San Antonio, donde se halló importante evidencia teotihuacana en la región.
A partir de las gestiones del profesor Roberto Gallegos y de las direcciones de Estudios Arqueológicos y de Operación de Sitios (DOS), de la Coordinación Nacional de Arqueología, el sitio ha sido habilitado para su visita pública, a través de acciones de equipamiento e infraestructura: acondicionamiento de senderos y rampas para personas con discapacidad,señalización y servicios para el visitante.
Asimismo, se abrió una sala introductoria, cuya adecuación estuvo a cargo de la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones. En su interior se siente vibrar las arterias de la ciudad. Es una cavidad bajo la lateral del Periférico, la cual ha conservado uno de los pocos vestigios de arquitectura mexica elaborada en adobe.
El arqueólogo Eduardo Escalante, jefe de Planeación para el Manejo de Zonas Arqueológicas, de la DOS, explicó que la intención de la sala es que el visitante se entere de la historia del lugar y conozca de la arqueología en la Ciudad de México, para ello, gráficas e infografías de lectura ágil conviven con los restos de los edificios prehispánicos.
Se encuentra en la calle Pirámide N° 7, a un costado del Centro Cultural La Pirámide y del Anillo Periférico, en la colonia San Pedro de los Pinos, alcaldía Benito Juárez. A unas cuadras del Metro San Antonio.
Lunes a domingo de 9:00 a 17:00 horas.
Entrada gratuita.
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