Algunos ejemplares son extraídos por traficantes que burlan sin problema los acuerdos internacionales.
México tiene el mayor número de especies de cactáceas en el mundo y su gran reserva de flora y fauna silvestre es motivo de orgullo y admiración, pero también un botín fácil para saqueadores internacionales.
Coleccionistas llegan a pagar miles de dólares por una de estas plantas sin importar que eso ponga en riesgo la existencia de los ejemplares, ya que muchas veces junto con sus semillas, son extraídas sin control de su hábitat natural.
Para tratar de paliar el problema, más de 800 hectáreas del Cañón del Infiernillo en el municipio de Cadereyta de Montes (Querétaro, a unos 220 kilómetros al norte de Ciudad de México) están en proceso de ser declaradas reserva ecológica protegida para la conservación de la Echinocactus grusonii, mejor conocida como «Asiento de suegra».
«Es la primera vez que se declara zona para la preservación y reproducción exclusiva de una cactácea en su lugar de origen», dijo Sergio Tapia, director de Planeación Ambiental de la Secretaría de Desarrollo Sustentable del estado de Querétaro.
La Echinocactus grusonii es la cactácea ornamental más propagada en todo el mundo y es reproducida en invernaderos en países como Israel, España y Holanda.
El santuario de cactáceas «Däxpe» pretende proteger también las más de 50 variedades de plantas endémicas que existen en el lugar.
«Es increíble que en un lugar tan pequeño puedan converger tantas plantas y sólo se distribuyen ahí», dijo Tapia.
México, un país donde casi la mitad de su territorio es árido o semidesértico, posee más de la mitad de las casi 2,000 variedades de cactáceas y suculentas registradas ante la Red Mundial de Reservas de Biosfera de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Las leyes mexicanas declaran ilegal la sustracción y comercio de especies endémicas, es decir, que sólo se reproducen en las zonas donde fueron descubiertas.
La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por su siglas en inglés) regula y autoriza la comercialización de cactáceas y suculentas, como se conoce a las plantas que acumulan agua, sin poner en riesgo su existencia.
La vida silvestre de México está protegida por la Ley General de Vida Silvestre y bajo una norma oficial de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales.
La protección de las cactáceas está dividida en tres niveles: en peligro de extinción, amenazadas y bajo protección especial.
Sin embargo, y a pesar de leyes y convenios, el país es blanco fácil del comercio ilegal internacional. Europeos y asiáticos son señalados como los principales saqueadores.
El ejemplo de saqueo más reciente de una cactácea mexicana endémica fue el caso de la Aztekium valdezii, descubierta en 2013 en la sierra de Nuevo León, en el noreste de México.
El biólogo e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de Nuevo León Mario Valdez Marroquín fue el descubridor la planta, pero nada pudo hacer por protegerla.
El saqueo fue tan rápido que antes de que se hiciera público el hallazgo, en una página de Internet creada en República Checa ya se subastaban la planta y cinco de sus semillas, según denunció el propio investigador.
La revista rumana «Xerophilia» había publicado fotografías y un texto sobre el descubrimiento de Valdez Marroquín, pero sin revelar la ubicación exacta «por razones de conservación».
Aun así un italiano exhibió fotografías de la planta en foros especializados en la web supuestamente relacionados con traficantes profesionales.
«El saqueo nacional de cactáceas existe pero es controlado, el problema es con los traficantes que vienen de otros países», dijo Arturo Tonatiuh Arenas Jiménez, presidente de la Asociación de Cactáceas y Suculentas de México.
«Cada especie nueva que se descubre aparece primero (públicamente) en Europa y en México mucho después», informó el especialista.
Los traficantes burlan sin problema los acuerdos internacionales de cactáceas y comercian incluso con las semillas de las especies.
En México «no sabemos lo que tenemos y como no las conocemos no las apreciamos», indicó Arenas Jiménez.
«Al tener una biodiversidad tan rica y tan exquisita, eso atrae a gente de todo el mundo, lamentablemente a favor de la depredación», afirmó, a su vez, Francisco Valente Rabell, explorador profesional de este tipo de plantas.
Entre las especies más amenazadas se encuentran la Ariocarpus kotschoubeyanus, la Turbinicarpus krainzianus, la Echinocereus schmolii. «Pero el botín principal de los traficantes son las especies recién descubiertas», afirmó Valente Rabell.