Miles de millones son transferidos ilegalmente cada año a bancos extranjeros.
Con un crecimiento económico medio del 5 por ciento, podría decirse que a África le van muy bien las cosas. Pero lo cierto es que un gran pedazo del pastel no se queda en el continente.
Todos los años, miles de millones de dólares africanos son transferidos ilegalmente a cuentas de bancos extranjeros, lo que convierte de facto al continente en un acreedor neto. Por eso, recientemente abogados de unas 40 asociaciones y think tanks de todo el continente se reunieron en la capital de Camerún, Yaoundé, para evaluar cómo frenar esta fuga.
A lo largo de las últimas tres décadas, una impactante suma de 1.4 billones de dólares ha salido de África mediante flujos financieros ilícitos, señala un estudio conjunto del Banco Africano de Desarrollo (BAfD) y el grupo de investigación Global Financial Integrity (GFI), con sede en Estados Unidos.
El monto equivale aproximadamente al producto interior bruto africano actual y supone el doble de la ayuda al desarrollo recibida por el continente en las tres últimas décadas. Además, es el cuádruple de la deuda externa africana. «África pierde todos los años unos 50,000 millones de dólares en flujos financieros ilícitos», sostiene el expresidente de la asociación panafricana de abogados Akere Muna.
La mayoría de transferencias ilícitas vienen de ingresos de la corrupción, el blanqueo de capitales, el contrabando y la evasión fiscal. Pero también se escapa dinero en transacciones dudosas pero técnicamente legales, como la manipulación de precios o los contratos ilegítimos, añade Muna. Y luego está la política: numerosos líderes africanos son ya famosos por canalizar miles de millones de dólares ilícitos a cuentas secretas en bancos extranjeros, privando a sus países de recursos domésticos esenciales.
Durante sus 32 años de mandato, Mobutu Sese Seko desvió presuntamente unos 4,000 millones de dólares fuera de Zaire (actual República Democrática del Congo), mientras que el general nigeriano Sani Abacha está acusado de robar 2,000 millones de dólares de las arcas del Estado, según la comisión económica para África de Naciones Unidas. Y el presidente de Guinea Ecuatorial Teodoro Obiang Mbasogo, que lleva en el poder desde 1979, ha trasferido al parecer 700 millones de dólares a un banco estadounidense.
Teodoro Obiang Mbasogo
Con todo, al contrario de lo que podría parecer, el dinero robado por gobiernos corruptos sólo supone un pequeño porcentaje de todos los flujos financieros ilícitos, señala el presidente del GFI, Raymond Baker. La mayoría de transferencias ilegales (hasta un 65 por ciento) son transacciones comerciales llevadas a cabo por empresas multinacionales.
Según el informe del BAfD y el GFI, en el África subsahariana Nigeria y Sudáfrica son los principales culpables. Nigeria perdió 142,000 millones de dólares entre 2002 y 2012, mientras que 100,000 millones de dólares desaparecieron de Sudáfrica en ese mismo lapso de tiempo. Zimbabue, Angola, la RDC, la República de Mauricio y Costa de Marfil les siguen de cerca en esta fuga de capitales, apunta Transparencia Internacional. Pero según los expertos, no se trata de un problema exclusivo de África.
Los bancos extranjeros, que proporcionan «un puerto seguro a las fortunas saqueadas», deberían ser considerados responsables por aceptar fondos ilícitos, argumenta el abogado y activista nigeriano Femi Falana. Según sostiene, se necesitan regulaciones internacionales más estrictas para poner freno a la fuga de capital, además de registros públicos de las transacciones internacionales y una mejora en los procesos de litigios.
El expresidente sudafricano Thabo Mbeki, que preside el Panel para el Progreso de África (al que también pertenecen el expresidente nigeriano Olusegun Obasanjo, la viuda de Nelson Mandela Graça Machel y el músico y activista Bob Geldof), realizó un llamamiento para un sistema mundial regulado y basado en la transparencia fiscal.
Rastrear y perseguir el flujo ilegal de dinero es complejo, advertía Anna Garner, directora ejecutiva de la organización británica sin ánimo de lucro International Lawyers for Africa. «Requiere una aproximación multijurisdiccional y multidisciplinar. Se necesitan abogados, expertos en economía real, auditores forenses y banqueros. Hay todo un abanico de disciplinas diferentes que deben trabajar unidas», explicó.
En definitiva, la idea es repatriar los fondos congelados al Banco Africano de Desarrollo, que utilizaría luego el dinero para fomentar el desarrollo económico de la región. Pero los expertos admiten que, una vez el dinero cruza las fronteras africanas, las posibilidades de recuperar los fondos ilícitos son escasas.
«A menudo (…) los datos son escasos, están emborronados entre una amalgama de información y dispersos», afirma Charles Goredema, investigador del think tank sudafricano Institute for Security Studies. Y eso deja a África con una prioridad inmediata: tapar los agujeros por los que se escapa el dinero.