La mortaja encontrada contiene los restos óseos de un individuo adulto; el hallazgo es considerado único en la arqueología de la entidad.
Arqueólogos encontraron un entierro prehispánico en el municipio de Zimapán, Hidalgo.
El hallazgo del fardo mortuorio en la parte oriental de la Sierra Gorda, contiene los restos óseos de un adulto de aproximadamente 20 años de edad. El descubrimiento es considerado único en la arqueología de la entidad.
Los arqueólogos Juan Manuel Toxtle Farfán y Ariana Aguilar Romero, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), pudieron constatar que se trataba de un fardo mortuorio, que por sus características podría corresponder a la época prehispánica.
Toxtle Farfán aclaró que no se trata de una momia, porque tendría tejido blando, como piel, músculo, tendones, y este ejemplar sólo son huesos, aunque subrayó que están en excelente estado de conservación. La mortaja es la que tiene cierto deterioro, debido a que es material orgánico que se desintegra fácilmente.
«Las características del fardo, la posición de la osamenta en forma sedente flexionada, el tipo de amortajamiento y el espacio en el que fue depositado indican que se trata de un entierro prehispánico», aseveró el especialista del Centro INAH Hidalgo.
«Es sabido que en la cosmovisión mesoamericana las cuevas y otros refugios rocosos eran considerados entradas al inframundo y residencia de las deidades de la muerte, por lo que uno de sus usos fue el de espacio funerario».
Sobre la antigüedad del individuo y la cultura a la que pudo haber pertenecido, comentó que el lugar donde se encontró fue una zona de confluencia de grupos sedentarios y nómadas, por lo que hacen falta más estudios en toda el área y en particular de la osamenta para poder saber más sobre su origen.
Aún no se sabe si se trata de un hombre o una mujer, pues los huesos más determinantes son los de la cadera, y para poder analizarlos y conocer también otras características con exactitud, así como algunas patologías, habrá que abrir el fardo, lo cual se realizará hasta que pueda intervenir un restaurador, quien debe dar un tratamiento al textil y al petate para poder conservarlos.
Cabe mencionar que a unos 500 metros de distancia, se encontró un pequeño conjunto de pinturas rupestres con símbolos abstractos. Y dentro del abrigo rocoso, los arqueólogos detectaron en el suelo de la cueva una capa de materia vegetal, compuesta de hojas de palma, pencas de maguey y bagazo de cactáceas.
Imagen: Cortesía INAH