Las compras irresponsables, y las ciudades, golpes para las especies.
La XII Conferencia de Naciones Unidas sobre Biodiversidad arrancó el 6 de octubre en Corea del Sur con la presentación de un primer balance que refleja un claro déficit en la protección de las especies de cara a cumplir los objetivos marcados para 2020.
En entrevista en Pyeongchang, el director del Programa de la ONU para el Medio Ambiente, Achim Steiner, explica cuáles son los principales retos y qué medidas se necesitan para alcanzarlos.
P-¿Cómo valora el primer balance de Naciones Unidas para la protección de la biodiversidad?
Steiner: El informe supone tanto una advertencia como una motivación. Debemos esforzarnos más para lograr los objetivos de mantenimiento de la diversidad biológica antes de 2020. Pero también muestra una serie de indicadores en muchos de estos objetivos sobre cómo determinados países han avanzado con medidas financieras y políticas en la conservación de la biodiversidad. Y no sólo los países industrializados, sino también y especialmente los países en desarrollo.
Un ejemplo es la ampliación de las áreas naturales protegidas. Este es uno de los pocos objetivos en los que esperamos lograr la marca del 17 por ciento para la protección de las áreas terrestres. El objetivo para las zonas marinas resulta mucho más difícil.
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P- ¿En qué aspectos considera que es más urgente actuar?
Steiner: En base a los conocimientos científicos que poseemos en la actualidad, debemos aceptar que la mayor amenaza para la protección de la biodiversidad es la pérdida de espacio vital. Con una población mundial que hoy supera ya los 7,000 millones de personas y que probablemente antes de mediados de siglo alcanzará entre los 9,000 y 10,000 millones, sumando al crecimiento de nuestras economías y de los centros urbanos, perdemos mucho espacio vital.
La diversidad de especies necesita espacios naturales en los que pueda desarrollarse. Esto hace que por ejemplo debamos enfrentarnos sin falta a dos fenómenos: las ciudades (…) ejercen una influencia significativa sobre la diversidad de especies. Tanto sus usuarios como quienes las planifican deben tener mucho más en cuenta qué consecuencias tiene en el medio ambiente y la biodiversidad la creación de un núcleo de dos, cinco, diez o a veces 20 millones de personas.
En segundo lugar está la agricultura. Actualmente hemos alcanzado ya un punto en el que se nota la pérdida neta anual de campos de cultivo para la agricultura. Y al mismo tiempo, en las próximas décadas debemos producir alimentos para 2,000 o 3,000 millones de personas más. La agricultura es un factor clave por su utilización de terreno y recursos naturales. Por ejemplo, el 70 por ciento del agua dulce va a parar a la agricultura. Por tanto, nuestra capacidad para producir de manera más eficiente tiene consecuencias directas en la conservación de la biodiversidad.
P-¿Deberán aplazarse los objetivos fijados en Aichi (Japón) para 2020?
Steiner: Hay quienes se preguntan por qué nos marcamos objetivos que no podemos cumplir. Y mi respuesta es siempre la misma: si mostramos la necesidad científica de fijarnos estos objetivos, que no los cumplamos no convierte el objetivo en erróneo. El primer balance pone claramente de manifiesto que estos objetivos no son ni inalcanzables ni inaplicables en la situación actual, sino que es una cuestión de prioridad política y disposición de recursos financieros. Y es también una cuestión del apoyo de la opinión pública y de hasta dónde está dispuesta la economía a contribuir activamente.
P-¿Qué puede hacer el ciudadano de a pie?
Steiner: Como consumidores podemos valorar con mayor concienciación la política de compras de los supermercados y la calidad de los productos de las empresas, teniendo en cuenta si se comprometen o no con la biodiversidad. Por ejemplo, con el aceite de palma: hoy en día sabemos que el aceite de palma ha contribuido enormemente en las últimas décadas a la deforestación de las selvas tropicales. Actualmente hay empresas que se han comprometido a no comprar más aceite de palma producido en una región en la que se hayan deforestado estas selvas.
Los consumidores tenemos la elección a la hora de comprar de manera más comprometida, y esa es la mejor señal que puede enviarse a la economía de mercado. Por tanto, mi mensaje es tener en cuenta la región de origen y preguntarse dónde está amenazada la biodiversidad. Cualquiera puede encontrar un enorme abanico de posibilidades para contribuir a la conservación de la biodiversidad.
El alemán Achim Steiner dirige desde 2006 el Programa de la ONU para el Medio Ambiente. En marzo, la Asamblea General de Naciones Unidas prolongó otros dos años su mandato.