Los agricultores del norte de Tailandia despejan pequeñas parcelas de bosque, desarrollan cultivos, y luego dejan que los árboles vuelvan a crecer. Conoce el resultado.
En el espacio oscuro y desamueblado de una choza construida sobre pilotes, un rayo de sol entra por la ventana sin vidrio y arranca destellos ambarinos a un frasco de vidrio. Sentado en el suelo, Chaiprasert Phokha inclina su esbelto y nervudo cuerpo hacia la luz. Abre el frasco cerrado al vacío y asintiendo con ademán alentador, me lo entrega. El dulce aroma de flores del bosque invade mi nariz.
?Este año hemos cosechado 3,000 frascos (680 kilos) de miel silvestre ?informa Phokha-. Toda es de abejas salvajes que viven en el bosque alrededor de la aldea?.
La aldea se llama Hin Lad Nai, un asentamiento karen en la provincia de Chiang Rai, en el norte de Tailandia, y Phokha es el jefe. Las colinas arboladas que rodean el lugar parecen una selva, tan exuberantes como el parque nacional que cruzamos de camino al norte.
Sin embargo, este bosque ha sido talado y quemado durante siglos.
Los aldeanos practican la ?agricultura migratoria?, una tradición mundial muy antigua que consiste en despejar sectores de bosque para sembrar cultivos durante algunas temporadas, y después dejar que los bosques regresen. Sin embargo, es mejor conocida por el término peyorativo de ?tala y quema?, el cual expresa lo que opinan de esta tradición muchos silvicultores y expertos en desarrollo, tanto en Tailandia como en el resto del mundo.
No obstante, la miel que tengo en mi mano cuenta una historia distinta. Es prueba de un bosque de tierra rica y fauna abundante, que incluye un indicador crítico de un ecosistema saludable: las abejas.
?Pese a los siglos de agricultura migratoria, el bosque de Hin Lad Nai se ha mantenido notablemente saludable ?asegura Prasert Trakansuphakon, científico social tailandés y miembro de la etnia karen, quien ha trabajado durante años con la aldea-. Y en una época en que las poblaciones de abejas declinan en todo el planeta, las abejas salvajes locales están prosperando?.
Una tradición incomprendida
En un informe de 1957, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) afirmó que la agricultura migratoria era una ?práctica agrícola retrógrada? y ?una etapa cultural retrógrada en general?. Desde entonces, la opinión predominante entre los expertos ha sido que la práctica devasta los bosques y la biodiversidad. Y en fecha más reciente, ha sido acusada de contribuir al cambio climático.
En cierta medida, estas críticas se deben a una confusión con un método de tala y quema completamente distinto, dice Malcolm Cairns, antropólogo agrícola radicado en Tailandia. Cuando agricultores, rancheros, o corporaciones destruyen bosques intactos y los transforman en pastizales o plantaciones permanentes, obviamente no están beneficiando a los bosques o al ambiente en general. Pero ?esa situación es muy distinta ?agrega Cairns- de las prácticas sostenibles y rotacionales de la agricultura migratoria que utilizan los pueblos indígenas?.
Esas prácticas, que se observan en todos los continentes, son muy variadas. Pero siguen un patrón común. Primero, cortan casi todos los árboles y arbustos de un sector de bosque relativamente pequeño, alrededor de una hectárea, y los dejan secarse allí. A los pocos días, queman la vegetación marchita para introducir nutrientes en la tierra y prepararla para sembrar sus cultivos.
«A través de los milenios, bosques como Hin Lad Nai han sido influidos, y quizás formados, por la agricultura migratoria».
Malcolm Cairns / antropólogo agrícola
Esta práctica vuelve innecesario el uso de fertilizantes artificiales. Es más, el fuego destruye plagas y yerbajos, eliminando la necesidad de plaguicidas y herbicidas durante el breve periodo de cultivo.
Luego de una o dos temporadas de siembra, el campo se pone a descansar. A la larga, el bosque regresa y el ciclo se repite.
Los campos de Hin Lad Nai han formado parte de este ciclo durante al menos 400 años, sustentando tanto a los aldeanos como al bosque, con su gran biodiversidad. Phokha dice que incluso han visto tigres, una especie en peligro de extinción.
¿Es bueno o malo para el clima?
La controversia en torno de la agricultura migratoria se ha intensificado últimamente debido a una campaña global que pretende ralentizar el cambio climático encerrando el carbono en los bosques. Los proponentes de una iniciativa ONU, llamada Reducción de Emisiones de la Deforestación y la Degradación o REDD, tienden a percibir todas las formas de agricultura de tala y quema como un contribuyente importante a las emisiones de gases de invernadero.
Si hablamos de programas de conversión permanente de tierras para agricultura industrial, sin duda tienen razón. Por ejemplo, los incendios provocados el año pasado en Indonesia, con objeto de despejar tierras para plantaciones de aceite de palma de aceite, pulpa y papel, produjeron una bruma ácida que envolvió el sureste de Asia y disparó las emisiones de gases de invernadero.
Sin embargo, un estudio de varios años en Hin Lad Nai y aldeas karen vecinas del norte de Tailandia reveló que el área donde se practica la agricultura migratoria absorbe significativamente más carbono del que libera anualmente. Aunque es indiscutible que la quema de árboles aumenta el carbono de la atmósfera, en un año determinado, solo alrededor de 10 por ciento de las tierras que rodean Hin Lad Nai se somete al proceso de quema y cultivo. Todo lo demás permanece en barbecho durante seis a 10 años, absorbiendo carbono en el suelo y en los árboles que están creciendo.
?Los suelos que se forman bajo la agricultura migratoria tienen más materia orgánica y por consiguiente, más carbono, que la mayor parte de los campos agrícolas permanentes o las plantaciones de árboles ?dice Cairns-. En consecuencia, el almacenamiento de carbono con el sistema migratorio-barbecho es mayor tanto por arriba como por debajo del suelo?.
?A través de los milenios, bosques como Hin Lad Nai han sido influidos, y quizás formados, por la agricultura migratoria. Y ahora, el programa REDD intenta ?proteger? los bosques, justamente, de la práctica que los ha hecho como son?.
También es resiliente y adaptativa
Lejos de agravarlo, la agricultura migratoria podría ayudar a que los pueblos indígenas, y el resto de la humanidad, se adapten al cambio climático. ?El cambio a una Economía Verde debe incluir la agricultura migratoria?, dice Miguel Pinedo Vásquez, del Instituto de la Tierra del Centro para la Sostenibilidad Ambiental, en la Universidad de Columbia.
Argumenta que los sistemas migratorio-barbecho mantienen un mosaico de campos, barbechos y bosques muy heterogéneo y en consecuencia, resiliente al cambio climático. Cuando se gestionan debidamente ?por ejemplo, es esencial resistir la presión de sembrar las áreas en barbecho demasiado pronto-, esos sistemas preservan la biodiversidad local, y a la vez permiten que los aldeanos cosechen una gran variedad de verduras, hierbas, y frutas en los campos, así como medicinas silvestres y plantas comestibles en los bosques.
Y también, miel silvestre.
Antes de partir de Hin Lad Nai, compré algunos frascos de delicia ambarina del bosque tropical para compartirla con familiares y amigos, imaginando el día en que la ?Miel Migratoria?, con su maravilloso sabor floral, se vuelva tan cotizada en ciertos círculos como el café cultivado a la sombra.
Tal vez los karen reciban el impulso de mercadotecnia de un sello de aprobación otorgado por alguna organización internacional preclara; quizás hasta la propia FAO. Según Yon Fernandez de Larrinoa, FAO está reconsiderando si la agricultura migratoria es realmente tan retrógrada como solía pensar.