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Este animal se arranca la ?cara? para abrir la ?boca?

La hidra es un animalito invertebrado de agua dulce con tentáculos. Y su boca desaparece cada vez que la cierra.

Es en serio: desaparece. Cuando cierras tu boca, las dos mitades son visibles. No importa cuánto aprietes los labios no dejan de ser dos pedazos de carne separados. Lo mismo sucede con las bocas enormes de las ballenas y las diminutas de los ratones, los picos de los pájaros y las mandíbulas expandibles de las serpientes. Pero la hidra es distinta. Al cerrar la boca, esta se fusiona en una lámina sellada continua.

En palabras de un científico, ?cuando una hidra cierra la boca, la borra?.

Esto significa que cada vez que abre la boca, la hidra tiene que hacerse pedazos.

La Hidra de la mitología griega era un monstruo venenoso de muchas cabezas, con asombrosos poderes de regeneración. Y las hidras reales? no difieren gran cosa. Pequeñitas como son, no lucen tan aterradoras, pero su forma ?un cuerpo tubular que culmina en tentáculos ondulantes- recuerda mucho a la bestia mitológica. Igual que sus primas, las medusas, las anémonas marinas, y los corales, están provistas de células urticantes (cnidocistos) que disparan arpones venenosos (nematocistos). Y las hidras se regeneran con una destreza pasmosa; es más, algunos biólogos sugieren que son inmortales. Son animales increíbles, que figuran (junto con sus microbios) en mi libro de próxima publicación, I CONTAIN MULTITUDES. Sin embargo, hasta hace poco no tenía la menor idea de sus bocas extrañísimas.

Fotografías: Fenómenos de la madre naturaleza

En la década de 1970, los científicos vieron que las hidras abrían sus bocas más allá del diámetro de sus cuerpos, lo que permitía que engulleran presas mucho más grandes que ellas mismas. También notaron que la boca parecía desaparecer cuando la cerraban. Porque no podían verla, ni siquiera con microscopios potentes.

En 1987, Richard Campbell, de la Universidad de California, Irvine, descubrió la razón: la boca de la hidra no es una abertura permanente, sino que se forma y desaparece constantemente. Al cerrarse, un ancho anillo de células que rodea el borde de la boca colapsa dentro de un pequeño montículo llamado hipostoma, el cual tiene en el centro una roseta de 6 a 12 células. Estas células están pegadas entre sí por uniones tan pequeñas que ni siquiera hay poros diminutos entre ellas. Campbell escribió que, en muchos sentidos, cuando cierran la boca es como si sanara una herida. (Aprecia un video AQUÍ)

Cuando la hidra abre la boca, las células de la roseta se estiran y aplanan lentamente durante un minuto, más o menos. Por fin, aparece una pequeña ruptura entre ellas. En cuanto esto sucede, la boca se abre de pronto. En cuestión de medio segundo, la brecha que se extiende entre dos o tres células se convierte en unas fauces enormes, con cientos de células alrededor de sus márgenes.

Campbell describió el proceso con gran detalle utilizando microscopía, pero quedaron muchas cosas que no acabó de comprender. Y ahora, al cabo de tres décadas, Eva-Maria Collins, de la Universidad de California, San Francisco, ha descubierto más del proceso, estudiando hidras genéticamente modificadas que tienen moléculas relucientes en sus cabezas.

El hipostoma de la hidra contiene filamentos contráctiles llamados mionemas, los cuales están dispuestos en anillos y radios, como una telaraña. Collins demostró que la boca se abre cuando los radios se contraen, y presuntamente se cierra con la contracción de los anillos (las pupilas de tus ojos se dilatan y contraen mediante un proceso parecido). Su equipo de investigación también demostró que las células que rodean el orificio de la boca no se reorganizan, como sugirió Campbell. En vez de ello, solo cambian de forma: se alargan y acortan para adaptarse al tamaño de la abertura.

Claro está, nada de esto explica por qué las hidras han evolucionado una manera tan extraña de abrir y cerrar sus bocas. En cuanto a temas mitológicos, la segunda tarea de Hércules consistió en matar a la mítica Hidra. Y entender la biología de las hidras reales ha resultado ser una proeza no menos heroica.

National Geographic

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