Los colibríes son como ?pequeños Arnold Schwarzenegger?. Tan resistentes, que han evolucionado una manera muy ingeniosa para lidiar con el frío.
Dado que son las aves más pequeñas de la Tierra, los colibríes parecen muy frágiles. Por ello, nos pusimos a averiguar cómo sobreviven al invierno.
Pues bien, resulta que estas gemas voladoras son duras como diamantes.
En clima frío, los cuerpos de los colibríes entran en una ?modalidad de conservación de energía llamada torpor?, explica el ecologista de la Universidad Estatal de Oregón, Adam Hadley. Los pajaritos que permanecen en el norte durante el invierno experimentan una ?mini-hibernación? cada noche, durante la cual sus temperaturas corporales se desploman de 41 grados centígrados a solo 9 grados.
La frecuencia cardiaca también disminuye durante el torpor. Por ejemplo, la del colibrí garganta azul (Lampornis clemenciae) cae de 1,260 latidos por minuto a escasos 50 a 180 latidos.
Los colibríes no dejan de alimentarse cuando hace frío. Hadley vio que un colibrí cabeza roja (Calypte anna) visitaba el comedero de aves de su patio durante un día de menos 2 grados centígrados.
Hadley agrega que estas maravillas aladas minúsculas han empezado a emigrar más al norte ?por ejemplo, han sido detectadas en Vancouver, Columbia Británica- debido a las temperaturas más templadas, y a una mayor abundancia de arbustos y comederos accesibles a los colibríes.
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?Schwarzeneggers? miniatura
Pese a su tamaño, los colibríes son fuertes y ágiles (el ave más pequeña del mundo, el zunzuncito de Cuba, Mellisuga helenae, mide de 5 a 6 centímetros, más o menos el tamaño de un tee, el palito que sostiene la pelota de golf al inicio de cada hoyo).
Si alguna vez has observado revolotear un colibrí como la famosa snitch dorada de Harry Potter, no te quedará duda de que los colibríes tienen el metabolismo más alto del reino animal, después de los insectos.
Los colibríes son las únicas aves que pueden volar hacia atrás, gracias a un mecanismo de vuelo que no se limita al ?aleteo, sino que también implica mucha rotación de las alas?, informa Hadley.
Así mismo, ?se distinguen de todas las aves por la eficacia de su vuelo ?agrega Hadley-, pues pueden invertir sus alas y producir elevación con los movimientos ascendentes y descendentes, como hacen los insectos?.
Casi 30 por ciento de su masa corporal se compone de músculos pectorales, añade Matt Betts, ecólogo forestal de la Universidad Estatal de Oregón, en un correo electrónico.
?¡Son pequeños Arnold Schwarzenegger voladores!?, se maravilla.
Pelando y volando
Los colibríes exhiben sus habilidades aéreas en el amor y en la guerra, repeliendo rivales y cortejando parejas.
Por ejemplo, los machos cabeza roja ?se elevan 30 metros en el aire y se lanzan en picado?, y durante la caída, extienden las plumas de sus colas para producir una especie de gorjeo, antes de volver a elevarse a la misma altitud y repetir la maniobra, señala Hadley.
Algunos machos hacen exhibiciones impresionantes con el plumaje de la cola, como el colibrí cola de espátula (Loddigesia mirabilis); otros, como el colibrí cabeza violeta (Calypte costae) y el zumbador garganta rayada (Selasphorus calliope) despliegan una gorguera de colores intensos, que cambia de opaca a deslumbrante bajo diferente luz.
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Las plantas también importan
Igual que muchas otras aves, los colibríes son polinizadores importantes. En Costa Rica, solo el colibrí ermitaño verde (Phaethornis guy) o el fandanguero morado (Campylopterus hemileucurus) hacen que germine la planta Heliconia tortuosa. Como transportan el polen desde muy lejos, estas aves ayudan a que las plantas que polinizan tengan mayor diversidad genética y, por tanto, sean más saludables.
Y hablando de plantas, los nidos de los colibríes norteamericanos son como pequeños cálices, casi siempre confeccionados con diversos tipos de materia vegetal, liquen o seda de araña.
Hadley señala que, en áreas más tropicales, los nidos de los colibríes tienen forma más cónica y están construidos bajo hojas de plantas que los protegen de la lluvia.
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