Tienen una vida social más sofisticada de lo que creíamos, según un nuevo estudio.
Los vampiros hembra donan sangre a los amigos para asegurar su supervivencia, lo cual sugiere que estos animales tienen una vida social mucho más sofisticada de lo que pensábamos, informa un nuevo estudio.
El hallazgo arroja nueva información sobre la especie frecuentemente difamada, natural de los trópicos del continente americano. Los murciélagos vampiros solo comen sangre ?toman pequeñas cantidades sin dañar a sus huéspedes- y para ello han desarrollado un hardware biológico asombroso. Pueden percibir el calor del cuerpo como los crótalos, corren y saltan sorprendentemente bien, y orinan la mitad del agua de sus sangrientas comidas unos 30 minutos después de comer.
También viven en comunidades muy unidas donde varias hembras no emparentadas forman grupos, tal vez para proporcionar a sus crías ?y unas a otras- el calor de sus cuerpos y protección contra depredadores.
Los vampiros cuidan a sus retoños durante nueve meses: más tiempo que otros murciélagos, los cuales suelen independizarse alrededor del mes de vida.
Pero no es todo. Los vampiros hembra también ayudan a sus amigos compartiendo sangre regurgitada con quienes no tuvieron la suerte de encontrar comida. Digamos que es una especie de póliza de seguro ?al vuelo?, porque si un vampiro pasa dos noches consecutivas sin comer, morirá de hambre.
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Es un ejemplo clásico de lo que se conoce como altruismo recíproco ?ayudar a otro para que este te ayude después-, un fenómeno que ha impresionado a los científicos desde que Gerald Wilkinson, biólogo de la Universidad de Maryland, lo describió por primera vez en la década de 1980.
Sin embargo, Wilkinson no disponía de tecnologías de monitoreo modernas. Así que hace varios años, Gerald Carter, entonces estudiante de Wilkinson y actual investigador del Instituto Smithsoniano de Investigación Tropical de Panamá, decidió intervenir para aclarar las cosas.
Bocados de vómito
Carter trabajaba con zoológicos para reunir varias docenas de murciélagos vampiro comunes (Desmodus rotundus), emparentados y no emparentados, a fin de establecer una población cautiva en la Organización para la Conservación de Murciélagos de Michigan.
En ese periodo, Carter observó que los vampiros compartían sus comidas con los demás.
Para provocar artificialmente la generosidad de los quirópteros, Carter puso en ayuno algunos individuos (machos y hembras) durante 24 horas y luego, los reintrodujo en el grupo, llevando un registro de cuáles vampiros ofrecían bocados de vómito a sus camaradas hambrientos.
Carter repitió el experimento cientos de veces y notó que las hembras en ayuno que previamente habían compartido su comida con otras hembras recibían más alimento que las hembras egoístas. Así mismo, observó que algunos murciélagos negaban ayuda a donadores hambrientos que previamente los habían rechazado, lo que correspondía con el análisis ?ojo por ojo? de Wilkinson.
No obstante, Carter también notó que, para muchos murciélagos, no recibir un bocado de un donador hambriento aunque dispuesto, no significaba el fin de la relación.
De hecho, los donadores que no pudieron compartir previamente con sus vecinos hambrientos, daban aun más cuando tenían comida, ?del mismo modo que serías especialmente generoso con un amigo a quien no pudiste ayudar durante mucho tiempo?, explica Carter.
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El descubrimiento apunta a que los vampiros hembra registran continuamente a quién pueden recurrir en un momento de necesidad, y también se esfuerzan en reparar las relaciones que se han deteriorado.
?Compartir alimentos no es lo único que hacen?, dice Wilkinson, quien fue coautor del nuevo estudio publicado el 18 de noviembre en Proceedings of the Royal Society B. ?Integran [interacciones sociales] a lo largo de mucho tiempo?.
?Un elefante en estuche de murciélago?
?Estoy encantado?, dice Brock Fenton, biólogo de la Universidad de Ontario del Oeste, quien no participó en el estudio. Su detallado enfoque ?al fin nos proporciona un indicio de cómo compartir alimentos pudo haber evolucionado? en una póliza de seguro para la cacería infructuosa.
Entre su profunda cooperación social y sus destrezas de paternidad, ?es como si viéramos un elefante en estuche de murciélago?, agrega Fenton.
Los investigadores tienen mucho trabajo por delante, incluyendo averiguar cómo es que las madres enseñan a sus crías las reglas de ?vomitar y compartir?.
Entre tanto, los murciélagos vampiro nos dejan una valiosa, aunque sangrienta lección.
?Los vampiros son compartidores verdaderamente fabulosos?, afirma Winifred Frick, ecóloga de la Universidad de California en Santa Cruz, quien no participó en el estudio.
?Podríamos aprender mucho de ellos?.
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