Sustentó a los pueblos nativos, pero ahora necesita que lo rescaten.
Pescadores tradicionales encabezan la lucha para recuperar una especie que desempeña un papel crítico en la naturaleza y la cultura.
Es casi medianoche y Oscar Robinson Sr. lleva horas despierto, cosiendo una red de pesca a la luz de una bombilla. Hacia el atardecer, dos leones marinos de Steller ?incluido un macho, que regularmente puede pesar más de una tonelada- rasgaron la malla de la red y emergieron detrás de la chalana de aluminio de los pescadores, lanzando un malhumorado resoplido.
Ahora, Robinson tiene que remendar la red ??la bolsa?, como le dice- a fin de que esté lista para la próxima marea saliente, que cambiará a las 4:30 a.m.
Debe ser paciente, porque si no es una cosa, es otra. Hoy fueron leones marinos, mañana puede ser que la fuerza de la corriente rompa los postes de anclaje de la red o bien, un oso pardo rondando el campamento.
Nos encontramos en la última gran pesquería de eulachon del planeta, cerca de la desembocadura del río Nass en la Columbia Británica, en la punta de la región conocida como Alaska Panhandle (el Mango de Alaska). El Eulachon (Thaleichthys pacificus), pariente del eperlano, es como un relámpago azul plateado no más grande que un bolígrafo.
Junto a las riberas del río, todavía hay personas que se refieren al eulachon como saak: su nombre en lengua nisga?a, uno de los pueblos indígenas denominados Primeras Naciones, en Canadá, y Nativos Americanos, en Estados Unidos.
Sin embargo, el eulachon también se conoce como halimotkw, que se traduce como ?pez salvador? o ?pez de la salvación?. La especie regresa a desovar en los ríos de la región a fines del invierno del Pacífico Norte cuando, históricamente, la disponibilidad de alimento comienza a menguar. Por ello, en años de escasez, su llegada ha representado la diferencia entre la vida y la muerte para los pueblos de toda la costa.
Y ahora, el pez que solía proteger del hambre a los pueblos nativos necesita rescate.
Antaño, el eulachon fue un artículo valioso, muy conocido en las ?rutas de la grasa? de los litorales de Columbia Británica y el sureste de Alaska.
Su carne mantecosa es tan rica en aceite que, al freírla, se enciende y arde como una vela.
Las culturas nativas desarrollaron un proceso para extraer el aceite de pescado y producir una grasa vitaminada semejante a la manteca vegetal, fácil de almacenar y transportar sin que se derrame, aunque con un sabor a malta y pescado que, según cuentan, es ?un gusto adquirido?.
Fue por una ruta de la grasa cuando, en 1793, Alexander Mackensie llegó hasta el mar cerca del río Bella Coola, convirtiéndose en el primer europeo que alcanzó el océano Pacífico por tierra siguiendo la ruta norte, más de una década antes que Lewis y Clark. Con el tiempo, muchos de esos senderos se transformaron en caminos de pioneros y autopistas modernas.
Para la década de 1990, la plateada carrera del eulachon comenzó a colapsar y las teorías que explican el fenómeno abarcan desde la sobrepesca y el cambio climático hasta la industrialización de los corredores fluviales. Como el eulachon nunca ha sido una especie importante para las pesquerías comerciales, no se han llevado a cabo investigaciones importantes para determinar la causa. Y ahora, al cabo de más de dos décadas, muchas rutas del eulachon son ya parte del recuerdo.
Aunque siguen surgiendo nuevas amenazas para la especie, como oleoductos costeros y expansiones portuarias, también hay signos de una frágil recuperación. Y de ser así, los salvadores del eulachon serían las mismas tribus indígenas que alguna vez obtuvieran su sustento del pez.
Un repentino acto de desaparición
Meriwether Lewis fue el primero en documentar la existencia del eulachon en 1806, cuando anotó en su diario que ?capturaban grandes cantidades [del pequeño pez] en el río Columbia?. Incluso describió la manera como le gustaba prepararlos:
?Los encuentro más sabrosos cocinados al estilo indio, que es tostando varios de ellos juntos en un asador de madera, sin preparación alguna. Son tan grasientos que no requieren de salsa adicional y me parecen superiores a cualquier pescado que haya probado?.
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En aquellos días, era posible presenciar inmensas carreras de desove en puntos tan meridionales como el río Mad, en el norte de California y hasta la costa sur de Alaska. El curso inferior del río Columbia, que delimita la frontera entre Washington y Oregón, era uno de los ríos del eulachon más grandiosos. De hecho, algunos especialistas argumentan que la palabra ?Oregón? deriva de la manera como los mercaderes nativos pronunciaban el vocablo ?eulachon? al describir las riquezas del oeste a los exploradores europeos.
Desde hace siglos, la tribu cowlitz ha pescado eulachones en el río del mismo nombre, que es un afluente del Columbia. Pero en 1993, el pez no regresó al Cowlitz; y la pesca anual en el Columbia ha caído un impresionante 98 por ciento respecto del promedio histórico.
Mas ese acto de desaparición no activó las alarmas de inmediato. Sucede que el eulachon es un pez misterioso; de manera que, algunos años, desova en cantidades increíbles mientras que otros -1984, 1964, 1907, 1890- apenas si aparece. No obstante, cuando el pez conocido localmente como eperlano del río Columbia no se recuperó en los años posteriores, las naciones indígenas del Cowlitz y otras tribus costeras fueron las primeras en hacer preguntas.
Para los cowlitz, cuyo nombre deriva de un vocablo local salish que significa eulachon, aquella desaparición amenazaba su identidad cultural. ?Estábamos muy preocupados?, dice William Iyall, presidente de la tribu. La decadencia de la especie, dice, ?no fue reconocida por alguien más?.
El eulachon colapsó primero en el límite sur de su territorio, pero en los últimos 20 años, todas las rutas al sur del Nass han mostrado graves menguas o bien, se han extinguido casi por completo, como sucedió en ríos que incluyen desde el Klamath, en California hasta el Kemano, a solo 160 kilómetros al sur del Nass.
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Megan Moody, integrante de la Primera Nación nuxalk, quien creció pescando eulachones en el río Bella Coola, en la costa central de Columbia Británica, empezó a investigar el problema como estudiante de posgrado en ciencias pesqueras. Su primer descubrimiento: lo poco que se sabía de un pez que los pueblos indígenas de la costa del Pacífico valoraban más que el salmón.
?Todo se reduce al dinero?, afirma Moody, actual directora administrativa de los nuxalk. ?En el mundo convencional, si no se trata de un producto comercial ?una especie de alto valor para la gestión pesquera-, nadie presta atención?.
Sin embargo, la grasa del eulachon siempre ha sido una exquisitez para las Primeras Naciones de la costa de Columbia Británica.
Cremosa como manteca a temperatura ambiente y ligera como aceite de oliva al calentarla, la grasa es rica en vitamina A y fuente importante de vitaminas E, K y saludables ácidos grasos. Y además, un potente combustible para el cuerpo: una sola cucharada proporciona más de 125 calorías y con solo 150 mililitros ?cantidad que suelen consumir los ancianos nisga?a- aporta la mitad de la ingesta calórica diaria recomendada para un adulto.
Solo pregunte a hombres y mujeres criados en familias que utilizaban la grasa y le contarán que también aliviaban fiebres y dolores de oído con una dosis de aceite de eulachon. Asimismo, la grasa es un estupendo laxante y tratamiento tópico para problemas de piel; cosa nada sorprendente, pues el pez tiene un alto contenido de escualeno, sustancia química que encontramos en la piel humana y se utiliza en la producción de humectantes.
Teorías sobre la decadencia del pez
La investigación de Moody fusionó la ciencia y el conocimiento tradicional para desarrollar lo que se ha convertido en la principal teoría sobre la decadencia del eulachon. En su opinión, un colapso tan generalizado y en un periodo tan preciso solo puede deberse a cambios en el océano, donde el eulachon pasa más de 95 por ciento de su vida.
Lo que aún se debate es cuáles pudieron ser esos cambios oceánicos. Expertos en pesquerías federales de Estados Unidos y Canadá sitúan al cambio climático entre los disparadores más probables de la crisis del eulachon, aunque el calentamiento marino puede afectar a las especies de distintas maneras y ocasionar modificaciones negativas en las poblaciones de depredadores, en las corrientes marinas y en la disponibilidad de alimento, entre otras cosas.
Moody deduce, que los efectos del cambio climático precipitaron una lenta decadencia del eulachon y que la pesca de camarón oceánico ?que mataba grandes números de eulachones como captura accesoria, es decir, especies atrapadas accidentalmente durante la pesca de otras- ocasionó el colapso de sus poblaciones.
Esto podría explicar porqué los ríos más grandes de la costa, como Columbia, Fraser y Nass, todavía tienen presencia de eulachones ?si bien, menos abundantes que anteriormente-, en tanto que los ríos menores han experimentado extinciones locales casi completas. Según la teoría, las grandes cantidades de eulachon en grandes ríos podrían soportar pérdidas importantes por la captura accesoria y persistir, pero no así las cantidades pequeñas.
La investigación de Moody no pudo ser más oportuna.
En 2007, la tribu cowlitz presentó una petición ante el gobierno estadounidense para la protección del eulachon en Washington, Oregón y California bajo la Ley de Especies en Peligro. Y la labor de Moody contribuyó a una revisión científica que, en 2010, inscribió al pez en el listado de especies amenazadas en el territorio de Estados Unidos al sur de Alaska.
Por su parte, Canadá ha declarado al eulachon como una especie en peligro en todos los sistemas fluviales, excepto el Nass y el cercano río Skeena.
Señales de recuperación
El eulachon se distingue de otras especies inscritas en la lista federal porque, en cualquier momento, hay más eulachones que el total combinado de individuos de todas las demás especies estadounidenses en peligro.
Con todo, el eulachon es un ?pez de forraje?, es decir, desempeña un papel ecológico de base, como alimento de cualquier depredador marino. Los pueblos de los ríos del Pacífico Noroeste pueden anticipar la llegada del eulachon cuando aparecen ballenas, focas, leones marinos, águilas e inmensas bandadas de gaviotas. La abundancia es la estrategia de supervivencia del pez, mas nadie sabe cuán grande necesita ser la población para permanecer viable.
La lista de peligros potenciales sigue creciendo.
Cambios en el transporte de carga global han estimulado expansiones portuarias y proyectos de dragado en todo el Pacífico Noroeste, muchas veces cerca o directamente en la desembocadura de ríos. También hay proyectos para desplazar mucho más crudo y gas por esas terminales, incluyendo corredores como el río Fraser ?el más grande de Columbia Británica y que, históricamente, ha albergado poblaciones de eulachon comparables con las del Columbia- y el río Kitimat, donde la cifra de peces que desovan ha colapsado a menos de un millar y donde un derrame de bitumen (una mezcla de hidrocarburos aromáticos semejante a la melaza) del oleoducto Northern Gateway podría aniquilar al eulachon.
Con todo, también hay indicios de que sus poblaciones están recuperándose.
La especie está mejor protegida que nunca. Desde 2003, los barcos camaroneros de la costa del Pacífico han sido adaptados con equipos obligatorios para reducir la captura accesoria y el otoño pasado, un experimento con luces LED instaladas en las palangres redujo en 90 por ciento la captura accesoria de eulachon, motivando a los funcionarios a recomendar que los pescadores adoptaran, de inmediato, la nueva técnica.
Entre tanto, el Servicio Nacional de Pesquerías Marinas de Estados Unidos ha designado 540 kilómetros de arroyos, ríos y estuarios del país como hábitat crítico del eulachon y se espera que, para 2016, anuncie un programa completo de recuperación.
En algunas partes, los peces podrían estar regresando tan misteriosamente como desaparecieron. En 2013, los nuxalk de Bella Coola presenciaron el arribo de bancos de eulachon: tremenda sorpresa en un lugar donde nadie con menos de 20 años recordaba semejante escena. Los meses siguientes, la comunidad se dispuso a revivir la tradicional ceremonia para dar la bienvenida al pez, misma que no habían realizado en décadas.
El año pasado, cientos de personas cantaron y bailaron mientras el tótem ?representando al mítico ser Cuervo que, con forma humana, sostenía un eulachon macho en una mano y una hembra en la otra- se alzaba con el rostro vuelto hacia el mar. Durante la celebración, los eulachones regresaron una vez más a las tranquilas aguas de un río donde, apenas unos años antes, era casi imposible encontrarlos.
La población del año pasado en el Columbia pudo haber sido la más grande en un cuarto de siglo: se calcula que cerca de 330 millones de peces regresaron al río.
Dentro de la caja apestosa
Esa misma temporada fue muy difícil en el río Nass, pero los pescadores nisga?a no querían ni pensar que su problemática pudiera haber empeorado.
Explican que, cuando los peces llegaron, el río estaba obstruido con hielo y muchos tuvieron que desovar río abajo de Fishery Bay, donde la costa está salpicada de campamentos de producción de grasa: simples chozas con nombres como Dirty Dozen y Millionaires?.
Los biólogos concuerdan en que no hay que temer por la escasa pesca de un solo año. Pero nadie puede asegurar nada.
Cada miembro de la tripulación podría regresar a casa con suficiente pescado para comerlo fresco, ahumado o seco, mas ninguno de los campamentos llenaría completamente la caseta de madera, una estructura del tamaño de una pequeña sala de estar, forrada con ramas de abeto, donde ?maduran? toneladas de eulachon antes de convertirlos en grasa.
Cada líder de campamento tenía su propia idea sobre el tiempo de maduración.
El campamento de Mitch Stevens, presidente de la Nación Nisga?a, preparaba una grasa ligera y de sabor fresco, en apenas cinco días. En el campamento Dirty Dozen, que dirigía Johnny Robinson ?anciano con ocho décadas de experiencia en Fishery Bay-, añejaban el pescado tanto tiempo que algunos jóvenes vomitaban a causa del olor. Los nisga?a denominan ?contenedor? a la caseta de maduración, pero el nombre que mejor la describe es un término nuxalk: la ?caja apestosa?.
El eulachon añejado se deposita finalmente en lo que los nisga?a llaman ollas: enormes tinas, impermeables como botes de madera, con capacidad para cocinar más de dos toneladas de pescado a la vez. Antaño usaban cajas de madera más pequeñas que calentaban con rocas calientes, pero las ollas actuales tienen una gruesa base de acero que descansa sobre un foso ardiente o quemadores de propano.
Durante la cocción, el aceite de eulachon se separa formando una capa superficial transparente y al colarla en baldes, el color de la grasa varía de dorado muy claro a casi negro, dependiendo del tiempo de maduración.
Una sola ronda de cocción puede durar todo el día y toda la noche, y después de tantas horas en el vapor maloliente, muchos hombres, simplemente, tiran su ropa en la basura.
No obstante, cada primavera, como han hecho desde hace siglos, los miembros de las Primeras Naciones vecinas ?como los haida, haisla, gitxsan y tsimshian- viajan a Nass, a menudo con sus alimentos tradicionales ?berberechos, hueva de arenque, algas- para hacer trueques por la grasa de eulachon.
Algunos visitantes viajan en avión desde lugares muy lejanos y a veces, hacen tratos a través de Facebook. Los productos ofertados incluyen de todo, desde envíos de comida china y bebidas energéticas hasta generadores a diesel; incluso se murmura de trueques de grasa por mariguana. El comercio de la antigüedad perdura, solo se adapta a la época.