Durante décadas, un hombre ejecutó diversas cruzas hasta crear un fuerte polinizador que ahora requiere salvación.
Extracto de la edición de mayo 2015 de la revista National Geographic en Español.
En 1950, el hermano Adam se apropió de un auto viejo de la abadía de Buckfast, y durante los siguientes 37 años viajó buscando abejas para crear una resistente a enfermedades.
Adam viajó por Europa, Medio Oriente y África para recolectar más de 1,500 reinas: Las abejas trabajadoras del norte de Turquía, las hiperdiversas de Creta, las aisladas de los oasis del Sahara, las negras de Marruecos, las pequeñas anaranjadas del Nilo, las supuestamente pl{acidas del monte Kilimanjaro. Llevó su colección exótica a una estación remota en los páramos, a kilómetros de distancia de las abejas con genes no deseados. Tras innumerables cruzas, en soledad absoluta, logró la abeja de Buckfast, una superabeja, como después fue llamada. Robusta y de color bronceado, la abeja se resistía a picar, era una trabajadora dura y resistente a la misteriosa enfermedad de la isla Wight.
Para la década de los ochenta del siglo XX, las abejas de Buckfast se vendían en todo el mundo.
Sin embargo, las abejas melíferas de nuevo están bajo ataque. Un ácaro asiático, con el nombre evocativo de Varroa destructor, invade Europa y América. ?Sólo una cepa o una raza por completo resistente , genéticamente dotada ?proclamaba el hermano Adam en 1991- será la respuesta final a esta amenaza ?. Sin embargo, antes de que pudiera comenzar su trabajo, el abad de Buckfast, convencido de que la fama creciente del hermano Adam entraba en conflicto con su vocación, lo separó de su puesto.
Adam murió, con el corazón roto, en 1996.
En 2007, informes acerca del ?desorden por el colapso de colonias? empezaron a multiplicarse de repente por Europa y América. Los reportes noticiosos la llamaron "una amenaza a la agricultura global" y "una catástrofe sin precedentes para el planeta".