El intento por derribar la barrera de la comunicación entre delfines y humanos.
Extracto de la edición de mayo de la revista National Geographic en Español.
Hasta que los superó nuestro género arribista, tal vez fueron los seres con cerebro más grande y, presuntamente, más inteligentes del planeta. Kilo por kilo, en proporción de su masa corporal, su encéfalo aún figura entre los más voluminosos del reino animal; incluso es mayor que el del chimpancé.
El último antepasado común y cercano entre humanos y chimpancés vivió hace unos seis millones de años; en comparación, cetáceos como el delfín se separaron del resto del linaje mamífero hace unos 55 millones de años y, más aún, desde hace 95 millones de años no han compartido un antepasado con los primates.
Eso significa que primates y cetáceos han seguido dos líneas evolutivas distintas durante mucho tiempo.el resultado no sólo está en dos cuerpos diferentes, sino en dos tipos de cerebros. Por ejemplo, los primates poseen lóbulos temporales encargados de las decisiones ejecutivas y la planeación; los delfines no tienen grandes lóbulos frontales, pero muestran una habilidad impresionante para resolver problemas y, al parecer, son cosa es de planificar.
Asimismo, los delfines procesan sus emociones en un sistema paralímbico extremadamente desarrollado y definido. Se ha aventurado la hipótesis de que es un aspecto fundamental para los vínculos íntimos, sociales y emocionales que imperan en sus comunidades.
"Un delfín solo realmente no es un delfín -señal Lori Marino, biopsicóloga y directora ejecutiva de Centro Kimmela para la Defensa Animal-. Ser delfín significa estar integrado a una red social compleja; incluso más estrecha que la de los humanos".
Cuando los delfines experimentan dificultades, exhiben un grado de cohesión pocas veces observado en otro grupo de animales. Si uno se enferma y se dirige hacia aguas someras, todo el grupo tiende a seguirlo, lo que puede ocasionar encallamientos masivos. Es como si todos estuvieran enfocados en ese delfín, dice Marino, " y la única manera de romper esa concentración consistiría en presentarles algo igualmente fuerte para alejarlos".
En 2013 se evitó un encallamiento masivo en Australia cuando un equipo humano intervino y capturó a un animal joven del grupo para llevarlo hacia mar abierto. Sus reclamos de angustia hicieron que el grupo regresará al mar.
Recomendamos: ¿Están comiendo adecuado las tortugas de las Galápagos?